-¿A qué se dedica exactamente?
-En mi empresa tocamos todo: albañilería, fontanería, pintura… Yo me dedico a las reparaciones de fontanería.
-¿Ha tenido algún accidente con baja?
-He sufrido varios más o menos leves, y uno que se puede considerar de mayor gravedad. Caí a través de un falso techo y sufrí contusiones por todo el cuerpo.
-¿Y a qué los achaca?
-En mi caso, por lo menos, pienso que un accidente laboral comienza siempre por un problema de prisas. Surge cuando trabajas en el primero de varios siniestros, o cuando piensas que puedes acabar un trabajo mucho más rápido si lo haces de cierta manera. Es entonces cuando sufres un corte o te machacas un dedo. Piensas que te puede pasar, pero crees que no en ese momento ni a ti.
-¿Existe la formación adecuada?
-En mi empresa todos los años viene un instructor y nos dice cómo tenemos que prepararnos, lo que tenemos que llevar y de la forma que tenemos que hacer las cosas. De hecho lo hacemos de forma general. Pero siempre hay ese momento en el que hay un trabajo que puedes hacer muy rápido si no tomas precauciones. Lo ves muy fácil, y en un momento determinado te sucede el problema. Que se traduce en un corte con una radial, un machacón en un dedo o caerte de un andamio. Cuando me caí, lo vi muy fácil y no tomé precauciones. De hecho, todo fue perfecto hasta entonces.
Exigencias
-¿Cree que sus experiencias son extensibles al resto de los trabajadores?
-La mayoría de los accidentes laborales se deben a falta de precaución del trabajador, porque sabemos lo que tenemos que llevar. Por ley, se exige tener medidas de prevención, y la mayoría las tienen. Por lo tanto, depende de nosotros, porque si no me pongo un equipo es mi problema.
-Y cuando ve en el periódico que hay un accidente grave, ¿qué piensa?
-Hay veces se te ponen los pelos de punta. Pero estas situaciones más graves suceden en ocasiones por la falta de medios por parte de la empresa. Una obra tiene que tener muchos sistemas de seguridad. Sé que en algunos sitios no te exigen esas medidas. Pero si a mí no me proporcionan el material, siempre me puedo negar a hacer ese trabajo. Luego hay otro tipo de trabajadores, que están muy necesitados, o no están dados de alta, y que se arriesgan a todo. No pueden exigir y están vendidos.
-Cambiando de tema, ¿cómo llevan la crisis?
-Se nota muchísimo. Nosotros nos dedicamos a la reparación de edificios ya hechos, y lo estamos notando. Las empresas que se dedicaban a la edificación, que en teoría son las que más sufren, se están tirando a lo que sea y nos hacen la competencia. Aunque siempre nos toca volver a terminar lo que hacen ellos, porque se trata de trabajos distintos. En una obra de construcción todo es mecánico y en la reparación hay que ser más meticuloso.
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