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Hace unos meses, dos hombres sufrieron heridas graves al caer de un andamio en Valdepasillas. Colocaban un rótulo en un edificio cuando se precipitaron desde más de cinco metros de altura. Su siniestro fue muy comentado por la gravedad de sus lesiones, pero ese mismo día los accidentes laborales en la provincia pudieron ser muchos más. Según los datos del Ministerio de Trabajo, hasta septiembre, 10.621 trabajadores pacenses han tenido que darse de baja tras sufrir un percance en su empleo, es decir, 24 accidentes cada jornada. Uno por hora.
La cifra es mejor que la del año pasado. Sin embargo, los sindicatos advierten que sólo es un espejismo. Desde 2008 se han perdido más de 10.000 empleos en la provincia, lo que explica que los siniestros pasen de 28 al día a 24. «La bajada no es significativa en absoluto. Sólo está relacionada con la pérdida de empleos», explica Concha Gómez, secretaria de Salud Laboral en Comisiones Obreras (CC.OO.).
Isabel Bernabé, de UGT, coincide en este punto. Esta responsable sindical recomienda cautela ante las cifras del Ministerio y asegura que habrá que esperar a que se reactive el mercado laboral para saber si realmente hay menos accidentes.
Los mortales
Los que sí se han reducido son los siniestros mortales. En 2008 fueron 14 y en los primeros nueves meses de este año, el balance es de cuatro muertos en sus puestos de trabajo. La causa de este descenso es que la construcción es uno de los sectores donde más puestos de trabajo se han perdido y a su vez, también es una de las actividades donde más muertes se producen tradicionalmente.
A largo plazo, la crisis, que ahora es la causa de la reducción en los accidentes, puede dar la vuelta a la situación. Según los sindicatos, en épocas de dificultades económicas, la seguridad es uno de los primeros aspectos que sacrifican muchas empresas. «Hacía muchos años que no encontrábamos infracciones tan básicas como negocios que no han contratado el servicio de prevención de riesgos. Es un requisito obligatorio pero prefieren enfrentarse a la multa», dice Concha Gómez.
Perfil del siniestro
Los datos del Ministerio de Trabajo no sólo muestran las cifras de accidentes sino también la tipología de los mismos. Por ejemplo, de los 6.290 incidentes registrados hasta septiembre, 2.474 fueron debido al choque del trabajador contra objetos. Esta es la causa más común de lesiones, ya que supone el 40% seguida de los cortes que son el 10%. La electrocución es otro de los focos de riesgo con 217 accidentes en los primeros nueve meses del año.
Los choques, los cortes y la electrocución hacen vislumbrar los sectores laborales dónde más se producen siniestros. Se trata de la construcción tal y como explican los sindicatos y también los operarios de maquinaria. Estas dos profesiones aglutinan un tercio de los sucesos. Junto a los obreros, los peones de agricultura y de fábricas de manufacturas son los que mayor riesgo corren protagonizando un 23% de los incidentes.
Las profesiones con más peligro también definen el perfil de los trabajadores que sufren heridas durante su jornada laboral. Ocho de cada diez son hombres y la mayoría están entre los 20 y los 45 años.
«Hay una buena legislación pero, incomprensiblemente, no se afianza», dice Isabel Bernabé. Definir las causas de estos accidentes, tal y como expresa la representante de UGT, no es tan sencillo. Los sindicatos coinciden en que en muchas empresas siguen sin cumplir debidamente la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Aunque hay otros motivos que mantiene estas cifras tan elevadas. Bernabé, por ejemplo, asegura que las mutuas y aseguradoras deben implicarse más con la seguridad de los trabajadores, ya que en muchos casos, según esta experta en salud laboral, sólo defienden los interés de las empresas que las contratan.
Para la secretaria de CC.OO son las administraciones las que deberían hacer un esfuerzo más para defender la seguridad en el puesto de trabajo. «Hace falta inversión porque las instituciones no tienen suficientes medios de vigilancia para controlar que se cumpla la Ley y perseguir a los infractores».
Muchos empresarios, según explica Gómez, ignoran cuanto les puede costar una baja laboral debido a un accidente. Un siniestro mortal, por ejemplo, puede acabar con una empresa pequeña según defiende esta representante. Por lo tanto, a la mayor parte de los negocios les compensa cubrir los riesgos. «Pero no ocurre así porque no hay cultura preventiva», concluye Concha Gómez.
Cultura preventiva
Este concepto es bien conocido por Antonio Moreno Gómez, jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad de Extremadura. Para este profesional, el reto es integrar la prevención en cualquier sector laboral, tanto en las empresas que tradicionalmente suponen riesgo, como las constructoras, como en las oficinas dónde también se dan casos de enfermedades laborales.
«El trabajador debe conocer su puesto y los riesgos que conlleva. El empresario, además, debe luchar por la seguridad y la salud», concluye este experto.

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