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La vuelta al trabajo no es tan dura como parece, aunque afecta a un alto porcentaje de la población activa. Cerca del 40% de los trabajadores sufre alguna vez en su vida los trastornos típicos de la vuelta a la rutina, como insomnio, tristeza o irritabilidad, aunque no suelen durar más allá de una semana.

El viaje de la playa a la pantalla del ordenador, de la holganza a la labor, no es desde luego placentero, pero tampoco mortal de necesidad. Lo que damos en llamar estrés o síndrome postvacacional, el lógico desajuste que provoca el tránsito del ocio al negocio, es una afección leve y un proceso transitorio que no ha de causar males mayores a nuestra salud, pero que afecta a un porcentaje alto de la población activa española. “Los últimos estudios reflejan que entre el 35% y el 40% de las personas trabajadoras sufren en algún momento de su vida estrés postvacacional”, explica el piscólogo clínico y coordinador del Congreso Internacional sobre Estrés, celebrado en febrero en Castellón, Juan Rodríguez.

“En la mayoría de los casos se trata de un simple problema de adaptación, ya que en verano se rompe el ritmo que llevamos durante el resto del año. La vuelta al trabajo suele estar relacionada con cuadros de insomnio, ansiedad e inquietud que no deberían pasar de una semana o 10 días de duración, que es lo que tarda el cuerpo en acostumbrarse”, añade Rodríguez.

Cada afectado experimenta los síntomas de diferente forma, puesto que en el estrés postvacacional influyen diferentes variables. “Es una situación distinta para cada cual y en la que influyen variables como el estado de ánimo, el ambiente y entorno laborales, el nivel de autosatisfacción, el nivel de reconocimiento laboral, la competitividad y la capacidad de reintegrase a la vida cotidiana tras un periodo de inactividad más o menos prolongado”, señala Héctor González, representante en España de la Stress and Anxiety Research Society (STAR).

Los síntomas más molestos de este desajuste suelen ser fatiga, dificultad de concentración, desánimo, tristeza, irritabilidad, ansiedad, insomnio y trastornos digestivos. Sin embargo, hay un abanico de personas en las que estos síntomas se pueden ver agravados con taquicardias y dificultades en la respiración.

Terapias de relajación

“Son gente más sensible y con conflictos base, los llamados profesionales quemados ”, señala Rodríguez. “No llegan a representar el 10% de los afectados, pero son los casos más severos, los que necesitan una terapia breve, que no va más allá de los dos meses. Lo importante es averiguar qué les pasa”, explica.

“Los síntomas no aparecen por volver al trabajo, eso es lo de menos. Lo que sucede muchas veces es que durante las vacaciones salen a flote problemas que tenemos a lo largo del año y la gente se siente vulnerable, por eso es importante adaptarse poco a poco”, señala el psicólogo valenciano Guillermo Dalia.

Las personas más afectadas por estos síntomas son las que trabajan atendiendo al público, pacientes o usuarios, mientras que los más pequeños se adaptan sin dificultad a la vuelta al colegio, a pesar de ser sensibles a los cambios horarios.

Para minimizar estos síntomas, los psicólogos aconsejan crear buenos ambientes en el trabajo, evitar ruidos y hacer ejercicios de relajación. “Lo más importante es no alarmar”, concluyen.

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Las Provincias

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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