Los muertos en la mina inundada el pasado sábado en la provincia central de Shanxi ascendieron a ocho, tras recuperarse otros cinco cadáveres, mientras que veinte mineros siguen desaparecidos, informó la Administración Estatal de Seguridad Laboral.
Los equipos de rescate consiguieron descender hasta los 20 metros de profundidad después de reanudarse el servicio de ventilación subterránea y bajar el nivel del agua hasta los 70 metros.
Después de más de cien horas de trabajo, las tareas de rescate continúan, aunque ya el pasado lunes un funcionario manifestó que las esperanzas de hallar más supervivientes son escasas.
Un equipo de investigación del Gobierno se ha desplazado a la zona para intentar esclarecer las causas del accidente.
Los hechos ocurrieron el sábado por la tarde cuando 58 obreros trabajaban en la mina Fanjiashan de la ciudad de Luliang, situada en una de las principales regiones hulleras del país.
Treinta trabajadores consiguieron escapar de la mina, cuya licencia de producción, según la Administración, había vencido y no fue renovada, por lo que sus responsables podrían ser juzgados por negligencia.
Las minas chinas son las más peligrosas del mundo, con 8.000 muertos al año, 6.000 de ellos en los pozos de carbón.
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