El Hospital de Jove saca pecho cuando se habla de prevención de riesgos laborales. El programa formativo para el personal diseñado y desarrollado por Neus Fernández Mundet y María Teresa González (especialista en medicina del trabajo y enfermera del Servicio de Prevención) ha logrado el reconocimiento unánime del sector. Un póster científico firmado por ambas, en el que se recogía la experiencia en formación que acumulan en Jove, les valió el premio a la mejor comunicación en las III Jornadas nacionales de los servicios de prevención de riesgos laborales en el ámbito sanitario.
Y, a final de año, lo rubricaron con el registro de incidencias declarado en su servicio. En 2005, en una plantilla de 414 trabajadores se computaron dos accidentes laborales con baja del afectado -«algo ridículo», valoran-; sin baja fueron 65, y de ellos 35 se incluyeron entre los de riesgo biológico, que suelen ser los que más preocupación generan en el implicado. Aunque las responsables del Servicio de Prevención tienen claro que «no todo se declara, sobre todo entre la plantilla de médicos», consideran que la cifra real no sería en todo caso abultada.
Y de eso tiene buena parte de culpa la tenaz insistencia del equipo de Jove en la formación de los trabajadores. De hecho, la conclusión del trabajo premiado no es otra que «hay que ir más allá del mero cumplimiento de la ley, instaurando métodos y procedimientos de seguridad en el trabajo, que contribuyan a la mejora continua en todas la unidades y servicios, sin perder de vista el seguimiento y detección de posibles desviaciones. El fin tiene que ser la seguridad, la salud y la correcta inmunización de los trabajadores», explicó María Teresa González. Para las especialistas en prevención todos los trabajadores, «independientemente del tipo de contrato que tengan», deben tener formación puntual en cuanto llegan al hospital sobre riesgos biológicos, manipulación de cargas, de productos químicos, de pacientesÉ Entre todos, los que más inquietud generan son los pinchazos con agujas, cortes o salpicaduras. «Hay riesgos inevitables, propios del trabajo, pero la formación ayuda a saber qué hacer y cómo afrontar esa incidencia», dicen. Y eso es lo que da seguridad laboral.
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