Aunque los fallos en la seguridad del hotel Manor se imponen como principal causa de la tragedia, al dificultar la salida de los huéspedes del hotel, por el momento se desconoce con exactitud la causa que pudo provocar el fuego que, al parecer, comenzó en los conductos de aire acondicionado del restaurante. La presidenta de Filipinas, Gloria Arroyo, ha ordenado una investigación exhaustiva del siniestro.
En el momento en que se desencadenó el incendio, a las 4.30 horas de la madrugada, el hotel Manor tenía registrados unos 300 huéspedes, aunque sólo unos 200 se encontraban dentro del edificio.
Un total de 169 personas, entre las que figuran muchas de las víctimas, pertenecían a la secta cristiana “los fieles de Dios”, que celebraba una reunión esta semana, según indicaron responsables de la brigada de bomberos y miembros de la Policía.
Los efectivos desplazados hasta el lugar del suceso tardaron más de tres horas en controlar el incendio y liberar a 18 personas atrapadas en las ventanas.
El origen del fuego
Los informes preliminares de los funcionarios apuntan a un cortocircuito en el sistema del aire acondicionado de un restaurante situado en el tercer piso de este establecimiento, de seis plantas de altura y precio considerable.
La presidenta de Filipinas, Gloria Arroyo, se ha apresurado a ordenar la apertura de una investigación para esclarecer las causas y responsabilidades del siniestro.
“No sé cuántos de ellos lograron salir. Las luces se apagaron y escuché muchos gritos”, declaró Eugene Schwebler, un ciudadano estadounidense de 60 años que se encontraba en el hotel. Según relató, trató de abandonar el edificio a través de un corredor, pero el calor le obligó a regresar a su habitación, donde desmontó el aparato del aire acondicionado para abrirse camino hacia la salida de emergencia.
Uno de los bomberos que actuó en las labores de rescate explicó que muchas personas murieron de asfixia en sus habitaciones por el denso humo o quedaron atrapadas por las rejas de las ventanas del hotel, lo que obligó a los bomberos a ocuparse, no sólo de apagar el fuego, sino también de serrar los barrotes.
El alcalde de Ciudad Quezon, Feliciano Belmonte, que aseguró que el hotel ya había sido advertido sobre sus inadecuadas condiciones de seguridad en materia de extintores, alarmas de incendio, luces y salidas de socorro claramente señalizadas.
El oficial de bomberos, Ricardo Nemenze, declaró que una inspección efectuada hace dos meses dejó constancia de que el hotel no respetaba las medidas de seguridad necesarias y llamó la atención sobre la existencia de barrotes de metal fijos en las ventanas, lo que constituye una violación de la normativa. A los propietarios se les dio un plazo de un mes para ajustarse a las normas, pero se ignora si hubo más trámites, añadió.
Medidas de seguridad
“Tenemos la impresión de que están en una prisión, más que en un hotel”, apuntó un comentarista de televisión ante las imágenes de las víctimas pidiendo ayuda sacando los brazos entre los barrotes, ante la impotencia de los equipos de rescate.
Desde el exterior, el edificio parece prácticamente intacto ya que el fuego afectó al interior de las plantas tercera y cuarta.
“Fue un espectáculo terrible, ver a la gente y no poder hacer nada”, declaró Johnny Yu, responsable de protección civil de Manila, que dirigió la operación de rescate y relató cómo después de que el siniestro fuese controlado, se necesitaron varias horas para reagrupar a los cadáveres esparcidos por pasillos y habitaciones y proceder a la identificación de las víctimas en el aparcamiento del hotel.
La última tragedia por un incendio registrada en Filipinas data de 1996, cuando 160 personas murieron en una discoteca situada también en Quezon City. La mayoría eran estudiantes que celebraban el fin de curso.
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