Llegadas estas fechas en las que nos despedimos del pasado año y damos comienzo a uno nuevo, como cualquier sociedad, asociación, entidad pública o empresa privada, comenzamos un nuevo año haciendo balance, o al menos intentándolo, de todo lo llevado a cabo en el 2008, de todo lo que aún queda por hacer, y de los retos que debemos afrontar en el año que acaba de comenzar.

Hace justamente un año, y también aprovechando el cambio de dígito en el calendario, por enésima ocasión, reivindicábamos tanto de las Administraciones Públicas como de los empresarios una mayor implicación para conseguir una reducción significativa de la siniestralidad laboral. Sin embargo, y a pesar de ello, a fecha de hoy no es que las cosas no hayan ido a mejor, sino que incluso han empeorado, y las perspectivas de futuro no son precisamente demasiado halagüeñas.

Paradójicamente, el Ministerio de Trabajo e Inmigración en una nota de prensa reciente, se aventuraba a informarnos de un provisional descenso en el número de accidentes de trabajo. Los titulares rezaban de la siguiente manera: “En los primeros nueve meses del año desciende el número de accidentes de trabajo en un 7,3%.” Estos titulares parecen indicar un cambio de tendencia, y sin embargo las cifras y los datos no son los que parecen, o dicho de otra manera, “todo depende del color del cristal con que se mire”. El razonamiento es muy simple:

La primera precisión que debemos llevar a cabo es que los accidentes que han descendido son los graves y los leves, superando éstos en número con mucho a los graves. En principio los datos son engañosamente alentadores, sino fuera por que el descenso se debe principalmente al aumento del desempleo y al menor número de trabajadores en activo. Es una pura cuestión matemática; a menor número de trabajadores expuestos al riesgo, menor número de accidentes. En este sentido existe un dato extraordinariamente revelador: el sector que ha experimentado una mayor disminución en el número de accidentes, concretamente de un 19.4 %, ha sido el de la construcción, curiosamente uno de los sectores más azotados por la crisis.

Acogiéndonos al desgraciadamente famoso “piensa mal y acertarás”, descubrimos que muchos de los accidentes que son calificados como leves y que por tanto aparecen como tal en las estadísticas, en realidad no lo son. Es decir, demasiadas empresas califican los accidentes de leves sin serlo con el único propósito de eludir las investigaciones y diligencias de la Autoridad Laboral, que en caso de accidente grave ocasionado por falta de medidas de seguridad, debe sancionar económicamente a la empresa y penalizarla con otra seria de consecuencias negativas que se tratan de evitar.

En este sentido, CCOO insiste por una parte en la declaración de todos los accidentes de trabajo, evitando su actual subregistro y el aún más bajo registro de las enfermedades profesionales, y en la modificación de los criterios de clasificación de accidentes graves y leves, que actualmente se circunscribe en exclusiva a factores médicos, y en los que también debe entrar a considerarse factores técnicos que contribuyan a mejorar la labor preventiva. Otro indicio representativo es que todas y cada una de las enfermedades profesionales reconocidas en las estadísticas son calificadas como leves.

Lo que no forma parte de los titulares suministrados por la Administración, es que el número de accidentes mortales sigue sin disminuir, muriendo todos los días demasiadas personas en sus puestos de trabajo. Por eso es tan importante no llamarse a engaño, y buscar mucho más allá de las cifras. Para los trabajadores y trabajadoras que pierden, ya no su vida, sino su salud sin que ésta quede totalmente restablecida, representa una desgracia que es imposible de compensar. Cuando se produce un accidente de trabajo el drama no es ya sólo para el trabajador o trabajadora que se accidenta, sino para el hijo/a, el padre, la madre, el hermano/a, los/as compañeros/as… En definitiva los accidentes laborales nos afectan a todos y cada uno de nosotros, porque hoy le puede ocurrir a un trabajador en una localidad de la que probablemente nunca hayamos oído hablar, pero mañana te puede tocar a ti o al compañero que tienes a tu lado.

Sin ir más lejos, nos resulta muy difícil situarnos en la piel de los familiares y compañeros de los cuatro trabajadores que perecieron tras el hundimiento de un hotel mallorquín que se estaba reformando íntegramente sin licencia de obras. Ni imaginar podemos los pensamientos de los familiares y amigos esperando el rescate de los cuerpos de los fallecidos, mientras se preguntaban cómo estos hechos pura y simplemente delictivos pueden ocurrir a comienzos del siglo XXI.

Y si el 2008 ha sido nefasto, aún son peores los vaticinios que tenemos del futuro a corto y medio plazo: la inestabilidad en el empleo, el crecimiento de la temporalidad y la reducción del importe de los beneficios empresariales provocados por la crisis económica, sin duda incidirán de manera directa y negativa en la seguridad y salud laboral. Es necesario que todos y cada uno de nosotros, desde nuestro puesto de trabajo, bien sea empresa privada o sector público, en la construcción o en el sector servicios, trabajando como operario no cualificado o como técnico especialista, creamos y fomentemos la conciencia preventiva, porque recuerda: MAÑANA TE PUEDE TOCAR A TI.

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Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León – Boletín BOICCOOT nº 41

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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