Cuando se habla de organización espacial se tiende a pensar en las exigencias para que haya confort en el recinto o espacio de trabajo, utilizándose para ello el término de proxemia espacial, ambiental o laboral. El término fue acuñado por el antropólogo Edward T. Hall para referirse a las teorías que relacionan al hombre con el espacio que le rodea.

En lugares de trabajo como oficinas es donde mejor se aprecia la necesidad de la distribución de los espacios de trabajo. Habitualmente los puestos de trabajo se distribuyen de forma jerárquica, lo que puede provocar reacciones, unas veces positivas y otras negativas en los trabajadores. Mientras que los trabajadores que se sienten favorecidos en la localización de su puesto de trabajo experimentan una sensación positiva, reconocimiento de estatus en la organización, aquellos que se sienten relegados, por ubicarlos en lugares que no tienen un reconocimiento adecuado, sufrirán efectos negativos y baja estima profesional.

Generalmente en todos los lugares de trabajo existen localizaciones dentro del edificio que cuentan con mayor aceptación, es decir, se toma como referencia el despacho del director o la planta donde se encuentra la gerencia de la empresa. Las referencias a los puestos “privilegiados” son los que hacen sentir al individuo una sensación de bienestar o, por el contrario, de frustración.

El puesto de trabajo, además de ser un lugar de trabajo, es también un territorio donde se expresa la personalidad de cada trabajador. Tener la oportunidad de personalizar y apropiarse del espacio de trabajo estimula la motivación.

Según donde se ubique el puesto de trabajo el individuo se sentirá mejor o peor. Los puestos de trabajo próximos a pasillos y recibidores son perturbadores y hacen que el individuo se sienta desprotegido, suelen alegar tener problemas de temperatura, ruidos, corrientes, luz, etc.En los últimos años, la configuración espacial de los lugares de trabajo ha ido cambiando desde una configuración cerrada con puestos de trabajo individuales, hacia una configuración abierta con trabajadores que no están completamente aislados unos de otros, aunque puede haber mamparas y separaciones entre ellos. La frecuente transformación de las primeras a las segundas está basada en la asunción de que las configuraciones abiertas favorecen la comunicación, la productividad y la satisfacción, permitiendo una mayor flexibilidad (Ramos, Peiró y Ripoll, 2002), porque aunque los factores ergonómicos relativos al mobiliario, al ambiente lumínico y al ambiente térmico sean adecuados, incluye la configuración abierta y la deficitaria adecuación a aspectos relativos al espacio y al ruido en el trabajo.

La territorialidad hace referencia a la percepción de un espacio como algo propio. Todos los seres vivos, incluyendo el ser humano, delimitan su territorio mediante señales o signos espaciales, visuales, orales, químicos, etc., que constituyen una prolongación del organismo.El espacio que la persona utiliza para interactuar informa sobre muchos aspectos inherentes a su estatus, intereses, intenciones, etc.

La distancia entre dos personas, generalmente, es un indicador del deseo o intencionalidad por establecer una relación o interacción. Sin embargo, factores culturales como las jerarquías, la autoridad o el liderazgo son variables que determinan el grado de proximidad espacial.

Hall (1982) diferenció 4 tipos de distancia en la organización espacial:

• Distancia íntima para abrazos, contacto físico o murmullos. La distancia se encuentra entre 0-15 a 15-45 centímetros.

• Distancia personal para interacciones entre buenos amigos. La distancia entre 45-75 a 75-125 centímetros.

• Distancia social para interacciones entre conocidos. La distancia se encontraría entre 1,25-2 metros a 2-3,5 metros.

• Distancia pública para los discursos o apariciones en público. La distancia estimada es de 3,5-7,25 metros a más de 7,5 metros.

Altman en cambio distinguía tres “Territorios en el Trabajo”:

• Primarios: los ocupados por el mobiliario: mesa, silla, ordenador, armario, etc.

• Secundarios: las zonas conjuntas como los vestuarios, la sala de descanso o la sala de fumadores.

• Públicos: los de uso general como el recibidor, el pasillo principal o la sala de conferencias, entre otros.

Hall hacía notar que diferentes culturas mantienen diferentes estándares de espacio interpersonal. En las culturas latinas, por ejemplo, esas distancias relativas son más pequeñas y la gente tiende a estar más cómoda cerca de los demás. En las culturas nórdicas es lo contrario. Darse cuenta y reconocer estas diferencias culturales mejora el entendimiento intercultural y ayuda a eliminar la incomodidad que la gente puede sentir si siente que la distancia interpersonal es muy grande o muy pequeña. Las distancias personales cómodas también dependen de la situación social, el género y la preferencia individual.

Por otro lado, la falta de espacio parece aumentar la agresividad y los sentimientos de hostilidad entre las personas, produciéndose un número menor de contactos sociales y reduciéndose la comunicación interpersonal. Los sentimientos de satisfacción con las situaciones sociales son menores cuando la densidad es percibida como excesivamente elevada, por lo que en el lugar de trabajo es esperable que haya falta de cooperación, aumento de la competitividad y hostilidad, retraimiento, una valoración más negativa de los demás, patrones de comunicación distorsionados o aparición de conflictos. (Ramos, Peiró, Ripoll, 2002).

Resumen del artículo publicado en la revista PW Magazine nº 22.

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Fernando Mansilla Izquierdo – Psicólogo Clínico. Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales – Revista PW Magazine nº 22

Fuente Revista PW Magazine 22

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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