En mis clases insisto en un planteamiento que parece ser no comprendido por los estudiantes, especialmente aquellos que ya realizan funciones de prevencionistas en las empresas de mi país, Chile. Significa una colisión brutal entre la Teoría y la Realidad que conocen mejor que yo. ¿Cuál es el problema concretamente? Pues, el que se refiere a dos puntos clave en la Cultura prevencionista.

El primero dice relación con la identificación de la esencia o naturaleza de nuestra profesión, la que debe estar siempre presente en el alma del profesional, no como una representación metafórica o virtual, sino, como un elemento de fundamental importancia para lograr el éxito en la prevención, materializar los objetivos y lograr una satisfacción plena en el ejercicio de una de las más extraordinarias carreras o profesiones de la era actual. En efecto, la perspectiva del prevencionista se traduce en el de evitar que los accidentes afecten la vida o la salud física o psíquica de las personas, de los trabajadores en especial. En ello, insisto que solo hay dos profesiones que se encargan de la problemática de las enfermedades y de la salud, la medicina y el prevencionismo.

El profesional prevencionista debe estar atento a la significación y trascendencia de su rol social y económico, desde que lo más importante de las relaciones entre empleador y trabajador pasan por su atención, planificación y eficiencia profesional. Lo que el médico es en el quirófano o en el hospital, el prevencionista lo es en el frente de trabajo y en la producción de bienes y servicios.

Quien no entienda esta trascendencia no puede optar por ser prevencionista.

En segundo lugar, le ha preocupado y preocupa que en mi país la cultura prevencionista no sea significativa para los empresarios, gerentes y mandos gerenciales. Es más bien una actividad de segunda mano, casi desechable si no fuera por las obligaciones legales que ordenan dar atención a este asunto. Hay por decir lo menos un desprecio hacia el prevencionismo y hacia el prevencionista absolutamente injustificado, erróneo y, por cierto, poco inteligente. Si, resulta muy poco inteligente arriesgar la economía de la empresa dando saltos al vacío sin saber como se va a caer en el ejercicio de la producción ya que es innegable que quienes desprecian estas funciones necesarias y esenciales, son como los ciegos que tratan de cruzar una selva repleta de peligros en cada instante de cada día. Una vez ocurrido el desastre nada se puede hacer, en consecuencia no se puede jugar en la producción con la idea de que “aquí no pasan esas cosas”, porque para que no ocurran desastres productivos se requiere de una planificación, estudio, interés, ejercicio constante y permanente.

Todo esto nos lleva a concluir que en los sistemas productivos el error más grosero se manifiesta cuando se separa la producción de la prevención y cada actividad corre por distintos rieles internos, desfasados y sin encontrarse jamás.

Producir es prevenir, obedeciendo a la fórmula universalmente aceptada que la producción busca optimizar la calidad de los bienes y servicios producidos a menores costos.

En una ecuación simple podríamos explicar el contenido de esta tesis.

(prevención + producción + medio ambiente) = calidad

Sin embargo, debemos entender que para lograr una producción en los términos de seguridad y medio ambientes sostenibles y óptimos, el prevencionista como ejecutivo en el manejo del control de costos que se generarán por las consecuencias de un mal diseño preventivo, debe actuar antes, durante y con posterioridad a la producción.

El error actual de la Gestión de Empresas ha sido entender el problema desde el punto de vista del análisis economicista de la ingeniería comercial de empresa que nunca ha sabido valorar el aporte de cultura prevencionista necesario y fundamental para minimizar los derivados de la mala política interna de Gestión Preventiva. Hay un desprecio obsesivo por la Cultura Prevencionista, lo que hasta la fecha ha acarreado terribles pérdidas en vidas y salud humanas, y en la economía de la unidad económica llamada Empresa.

Es hora de cambiar para bien de los trabajadores, el aporte humano a la producción; de la propia empresa que está interesada que los riesgos de la producción no se consumen y del país, pendiente del éxito de los sistemas productivos que desarrollan la economía sin dejar huellas en la salud y la vida de las familias y del país.

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Manuel Muñoz Astudillo – U.T. Federico Santa María Talcahuano – Chile

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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