En el contexto de la seguridad y salud laboral la Cultura Preventiva de una empresa vendría a ser algo así como el conjunto de usos, costumbres, conocimientos, etc., que emplea para evitar los accidentes (y enfermedades profesionales). Es un concepto que se emplea, cada vez más, para explicar que en su carencia radican las causas de los accidentes laborales.

La creciente concienciación en seguridad laboral está siendo notable en los últimos años, desde la promulgación de la Ley de Prevención 1995 y los Reglamentos que la han desarrollado. Hay muchas pruebas de ello: el nivel de “tolerancia cero” que el público manifiesta hacia los accidentes laborales, la atención continua de los medios de comunicación, los miles de técnicos de prevención que ya trabajan en nuestras empresas, el nivel de formación de muchos trabajadores sabedores de sus riesgos, planes de emergencia, etc.

Sin embargo, los accidentes siguen produciéndose porque, en opinión de muchos, no hay “Cultura Preventiva”. O, más exactamente, no hay lo que podríamos llamar “costumbres preventivas” de trabajo: hay modos de trabajar que parecen favorecer los accidentes y otros que, por el contrario, parecen evitarlos. Un ejemplo: dos conductores que cumplen correctamente el código, pero uno conduce de manera brusca (aceleraciones, frenadas, etc.) y otro de manera suave. Aun los dos cumpliendo la Ley, uno hace una conducción preventiva y el otro, una conducción de riesgo; uno puede ocasionar o sufrir un accidente con más facilidad que el otro. El cumplimiento de la Ley no implica la existencia de las costumbres preventivas.

En todas las situaciones laborales sucede igual: en personas que desarrollan la misma función, unas pueden hacerlo “en manera preventiva” y otras “en manera de riesgo”. Un presupuesto puede ser preventivo o de riesgo; una venta es preventiva y otra de riesgo; una soldadura se hace preventivamente y otra, no; un andamio se monta preventivamente, etc.

Las “costumbres” afectan a todos los trabajos: administrativos, directivos, técnicos, manuales, etc. El concepto “costumbre preventiva” no implica documentación ni inversión; no se necesitan papeles ni equipos: pertenece al campo cultural.

Podría parecer que el tema “costumbres de trabajo” es teórico y alejado de la realidad, pero no: es muy real y bastan algunos ejemplos. Costumbres de riesgo son: “el que venga detrás que arree”, “ya vale, para lo que pagan”, “ande yo caliente…”, etc. Todas son muestras de trabajo insolidario (y muy extendidas, por cierto). En cambio, costumbres de trabajo preventivas son: “trabajar para el siguiente”, “hacer las cosas bien”, “haz bien y no mires a quien”, etc. Unas y otras son perfectamente conocidas aunque no estén escritas en ningún procedimiento documentado: son “parte de la cultura”.

El cambio cultural es una cuestión muy práctica que interesa a todas las empresas, grandes y pequeñas. A todas las actividades (construcción, agricultura, industria, comercio, sanidad…). Y a todos los actores de la prevención (autoridades, empresarios, trabajadores, sindicatos, asociaciones…). Necesitamos cambiar costumbres de riesgo por costumbres preventivas si queremos resolver la siniestralidad laboral. Y, para ello, los sistemas de prevención deben favorecer las formas “preventivas” de trabajo. ¿Lo hacen? Me temo que la respuesta es no, pues su mayor parte está diseñada para el cumplimiento mínimo de la legalidad, y sin contemplar la cultura preventiva.

¿Es posible cambiar las costumbres de trabajo? Rotundamente, sí. Las costumbres se pueden cambiar si se identifican y se buscan con compromiso, trabajo en equipo y mucho esfuerzo y dedicación. Para ello hay que reforzar los sistemas de prevención actuales con la cultura preventiva y la gestión del cambio cultural. Una vez identificadas las costumbres de trabajo cuesta menos de lo que parece, y tiene más ventajas de las que se puede imaginar.

La cultura preventiva representa el camino adelante en la resolución de la siniestralidad laboral, y cuanto antes se identifique como una actividad preventiva más, mejor. Cambiar las costumbres de trabajo es un largo viaje que, como todos, empieza por el primer paso, que es identificar su necesidad. Todos tienen que hacerlo: empresas, trabajadores, autoridades e instituciones; algunos lo han hecho ya y otros están en el camino de hacerlo. Lo importante, ahora, es aumentar la masa crítica necesaria para impulsar el cambio.

0 0 votos
Valoración

Alejandro Mendoza Plaza – Ingeniero Industrial. Consultor para Cultura Preventiva y Cero Accidentes.

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

Suscribirme
Notificar de
guest
:arrow: 
:D 
:? 
8-) 
:cry: 
:shock: 
:evil: 
:!: 
:geek: 
:idea: 
:lol: 
:x 
:mrgreen: 
:| 
:?: 
:P 
:oops: 
:roll: 
:( 
:) 
:o 
:twisted: 
:ugeek: 
;) 
 
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios