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Los desfibriladores externos automáticos (DEA) ubicados en espacios públicos pueden salvar las vidas de las personas que sufren un paro cardíaco. Un estudio canadiense revela que muchos dispositivos se encuentran en edificios que no siempre están abiertos, de forma que no siempre se puede llegar a ellos cuando se necesitan.

El estudio “sirve como un vívido recordatorio de que el acceso las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días al año de los DEA es tan importante como su emplazamiento generalizado”, señaló el Dr. Howard Levite, director de cardiología del Hospital de la Universidad de Staten Island en Nueva York.

Más DEA en espacios públicos, junto con un acceso oportuno, es un imperativo, porque “el potencial de mejorar la supervivencia en el caso de paro cardíaco es una oportunidad que no debe ignorarse”.

El paro cardíaco es distinto del ataque cardíaco, y ocurre cuando el corazón deja de latir de forma abrupta. Según el Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology, ACC), cada año en Estados Unidos ocurren más de 400,000 casos de paro cardíaco fuera del hospital.

Con frecuencia el evento resulta letal, con una tasa de supervivencia de menos del 10 por ciento. Pero un ciudadano puede utilizar un DEA disponible para reiniciar el corazón de la persona afectada. El uso inmediato de un DEA aumentan en gran medida las probabilidades de supervivencia.

El nuevo estudio fue dirigido por el Dr. Timothy Chan, director del Centro de Ingeniería de la Atención de la Salud de la Universidad de Toronto. Su equipo examinó más de 2,400 casos de paros cardíacos fuera del hospital que ocurrieron en Toronto entre enero de 2006 y agosto de 2014.

El estudio encontró que había apenas una oportunidad de una entre cinco de que hubiera un DEA cerca cuando alguien sufría un paro cardíaco en un lugar público. Y entre un 20 y un 30 por ciento de los casos en que había un DEA cerca, el dispositivo no estaba accesible porque se hallaba en un edificio que estaba cerrado en ese momento.

De las 767 ubicaciones con un DEA público en Toronto, un 73.5 por ciento estaban en edificios que no estaban abiertos las 24 horas del día, y un 28.6 por ciento estaban en edificios que cerraban los fines de semana.

No resultó sorprendente que la inaccesibilidad fuera más alta durante las tardes, las noches y por la mañana temprano, y los fines de semana, según el estudio, que aparece en la edición del 15 de agosto de la revista Journal of the American College of Cardiology.

Según Chan, los hallazgos muestran la necesidad de tomar en cuenta el horario de los edificios al decidir dónde colocar los DEA públicos.

 

La mayoría de paros cardíacos ocurren lejos de los espacios públicos, con frecuencia en las viviendas de las personas.

“Esto ofrece nuevas oportunidades para la ubicación de los DEA”, afirmó, para colocarlos “en espacios al aire libre menos frecuentados o en edificios de apartamentos donde alcanzarlos en un plazo de tres minutos a partir del momento de la necesidad sea factible”.

 

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Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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