La seguridad de las personas se ha basado durante las últimas décadas, esencialmente, en la prevención. Y así debe seguir. Después de un primer impacto notable debido a la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, actualmente las cifras de siniestralidad se resisten a disminuir.
La extensión de las evaluaciones de riesgos y las medidas preventivas y de protección han cumplido un cometido destacable durante mucho tiempo, pero ahora toca pensar de una forma diferente si se quiere reducir de forma significativa los efectos de la actual siniestralidad. Una de ellas es adoptar estrategias de seguridad pasiva. No sólo prevenir el accidente, sino cómo actuar cuando ocurre. Es decir, si se conoce que va a ocurrir, debe existir una actuación efectiva y planificada.
Por ejemplo, la mitad de las muertes laborales son por accidentes coronarios y son prácticamente imposibles de predecir. Por el contrario, debe existir una actuación muy efectiva y planificada para estos casos u otros incluidos en el millón largo de accidentes anuales.
La aparición de nuevas tecnologías permite detectar de forma inteligente accidentes, actuar inmediatamente, concentrar la respuesta a especialistas entrenados y disminuir radicalmente los tiempos de intervención.
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