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Cientos de empleados malagueños hacen suyo cada día el eslogan publicitario que popularizó una conocida marca de ron. El recurrido me están estresando está de plena actualidad en el seno de las empresas de la provincia, eso sí con tintos mucho más dramáticos que los recogidos en el simpático anuncio. La hiperactividad emocional que genera la sobrecarga de trabajo o el desempeño de las funciones en un clima hostil se ha convertido en una lacra que está ensombreciendo tanto la salud de los trabajadores como la productividad de las compañías. Según el coordinador provincial de la Unidad de Valoración Médica e Incapacidades, Antonio del Corral, el denominado estrés laboral está detrás de cerca del 40 por ciento de las solicitudes de incapacidad temporal registradas en Málaga. Un dato que corrobora el responsable del servicio médico y prevención del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (Insht), César Martínez.

La última encuesta de condiciones de trabajo elaborada por este organismo refleja que más de la mitad de los empleados entrevistados padecía algún tipo de tensión como consecuencia del desempeño de su oficio. De hecho, el estrés laboral está considerado por la Unión Europea como el segundo problema de salud más frecuente tras los trastornos musculoesqueléticos. Su incidencia en el viejo continente genera un coste anual superior a los 20.000 millones de euros. Una cifra nada desdeñable.

Montañas de papeles imposibles de abarcar, malas relaciones con los compañeros, cambios en las funciones dentro de la empresa o incertidumbres sobre el futuro profesional. El abanico de situaciones que llegan a agobiar a los profesionales es tan amplio como la variedad de patologías en las que acaba manifestándose esta tensión.

Así, según recuerdan los expertos, además del conocido cansancio, alteraciones del sueño o cefaleas, el estrés puede generar depresión, ansiedad, apatía, falta de concentración, afecciones cardiovasculares, digestivas, respiratorias o neurológicas. Puede aparecer de muchísimas formas, tanto a través de enfermedades de índole mental como físicas. También se dan muchas manifestaciones somáticas de las situaciones estresantes, que pueden provocar desde irritaciones de colón a afecciones dermatológicas, destaca Antonio del Corral.

Respecto a la duración de estas bajas, el coordinación provincial de la unidad de valoración de incapacidades aclara que el tiempo depende mucho de la patología que lleve aparejada. En el caso de los trastornos de ansiedad puede ir desde una semana para descomprimir al paciente hasta una larga temporada. Cuando generan cervicalgias -problema que suele agudizarse con el estrés- la retirada se prolonga desde 15 o 20 días a varios meses.

Mujeres y jóvenes son, según César Martínez -autor del libro Estrés, aspectos médicos-, los colectivos más expuestos a este mal laboral que, como detalla, afecta sobre todo a los directivos, con un 28,7 por ciento, seguido de los profesionales científicos (23,6 por ciento), los que tienen estudios universitarios (21,8 por ciento), los técnicos (19,6 por ciento) y los trabajadores cualificados de agricultura y pesca (19 por ciento). Antonio del Corral opina que los empleados que prestan ayuda a terceras personas -como policías, bomberos, cuidadores o trabajadores sociales- también padecen altos niveles de estrés, junto a profesionales sanitarios, docentes o funcionarios.

La productividad es la primera víctima del estrés, de modo que -según apuntan los expertos- el propietario de la empresa también padece el bajo rendimiento de sus empleados. Esta pérdida de concentración implica mayor riesgo de sufrir accidentes laborales y aumenta el absentismo, apostillan las fuentes que dividen en cuatro las tipologías de esta alteración en el ámbito laboral.

La primera de ellas corresponde al estrés común que puede darse en cualquier actividad profesional y que genera hiperactividad emocional con predominio del daño fisiológico. La segunda es el síndrome de estar quemado, habitual en profesiones de la salud y en la que predomina el daño emocional con alteraciones del estado de ánimo, metabólicas y cardiovasculares.

El mobbing o acoso psicológico, tercera variedad, perjudica principalmente a trabajadores del sector servicios y administraciones públicas y provoca trastornos físicos y psíquicos. El cuarto tipo es el síndrome agudo de estrés, consecuencia de una experiencia traumática. Provoca trastornos de ansiedad que afectan, fundamentalmente, a los integrantes de los Cuerpos de Seguridad del Estado, personal de agencias bancarias o comercios expuestos a acciones delictivas, y a trabajadores que sufren un accidente laboral grave con riesgo de muerte.

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Terra España

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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