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Nueve años ejerciendo la profesión de enfermera no prepararon a I. U. para hacer frente a la alergia al látex, enfermedad que contraería en el centro de trabajo, en un lugar diseñado para curar. Ahora, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha reconocido por primera vez esta dolencia como enfermedad profesional y ha concedido a I. U. la incapacidad permanente total con derecho a una pensión. Finaliza, por el momento, el largo camino que destrozó su salud, acabó con su empleo, cambió su vida y la introdujo en los vericuetos de la administración laboral y judicial.

I. U. comenzó a sufrir los síntomas en 1999, pero «seguí trabajando y los problemas se agudizaron». Cara y cuello hinchados, piel enrojecida, asma y rinitis la obligaron a coger bajas hasta que fue evidente que su salud no toleraba el látex.

De nada sirvió que dejara de manipular objetos de goma, porque el causante del mal «permanece en el ambiente», asegura el doctor Santiago Quirce, de la Fundación Jiménez Díaz. «El polvillo que genera, por ejemplo, meter la mano en el guante transporta los alérgenos por el aire», añade Quirce.

«Un día en el puesto de trabajo era suficiente para que volviera a encontrarme mal», asegura I. U., que recurrió a los tribunales al comprobar que el Instituto Nacional de la Seguridad Social se negaba a catalogar su dolencia como una enfermedad profesional.

El primer juicio, en un juzgado de lo Social de Bilbao, concluyó con una sentencia favorable a los intereses de la enfermera, que ahora ha visto confirmado el fallo en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. La resolución, que contó con el voto particular contrario de un magistrado, puede ser recurrida en el Tribunal Supremo.

En su pleito, I. U. ha chocado con la ausencia de una legislación que especifique la alergia al látex, ya que la relación de causas es anterior a la extensión de la enfermedad. Por ese motivo, los afectados se veían obligados a dejar el empleo o ser recolocados. Los intentos de que se reconociera la dolencia como una enfermedad profesional han sido, hasta ahora, infructuosos.

En Asturias, eso sí, se dio un caso similar, pero no llegó a los juzgados. Hace dos años, una enfermera del Hospital Central logró una baja permanente por su alergia al látex.

El entonces Insalud reconoció sin necesidad de que mediase un juez que su trabajo era incompatible con la enfermedad que padecía.

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El Comercio Digital

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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