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El diagnóstico por la imagen de las lesiones pigmentadas, con la epiluminiscencia, permite evaluar su posible malignidad, según se ha expuesto en el congreso de la Academia Española de Dermatología, que se celebra en Barcelona. En esta reunión se actualizarán los últimos avances e investigaciones sobre diversos tratamientos en patologías de elevada incidencia como el melanoma, la psoriasis o la dermatosis.

Las dermatosis profesionales están causadas en su mayoría por agentes químicos con capacidad irritativa y alergizante. “Su tratamiento está relacionado con una prevención en el mismo medio laboral, especialmente en los denominados edificios enfermos o recintos cerrados que no cumplen las medidas de higiene legales”, según ha explicado Luis Conde, responsable de Dermatología Laboral en el Instituto Nacional de Medicina del Trabajo y ponente en el congreso.

Respecto a los nuevos tratamientos en psoriasis, los rayos UV-B de 308 nanómetros, sin necesidad de rayos ultravioleta, parecen ser una fórmula válida para el tratamiento de placas. Esta técnica es más específica, aunque la fototerapia con rayos UV-A mantiene su efectividad.

El fotoenvejecimiento o las complicaciones causadas por secuelas de traumatismos con cicatrices se benefician de las medicaciones con fármacos tópicos o infiltraciones con ácido hialurónico o toxina botulínica o retinoides, según trabajos presentados en la reunión. Y los nuevos apósitos de silicona o el mismo láser están aportando soluciones, junto a las fórmulas para frenar la cicatriz hipertrófica. Los modificadores de la respuesta inmune, como el imiquimod en las verrugas genitales o en carcinomas vasocelulares, permiten una cicatrización correcta.

También se incorporarán paulatinamente al arsenal dermatológico, según los especialistas, el tacrolimus y el pimecrolimus. En cuanto a las medidas convencionales se han desarrollado nuevos tópicos que actúan sobre la parte queratósica o queratínica, con cierta capacidad antiinflamatoria. Son los derivados de la vitamina D, como la D3, el calcipotriol y tacalcitol y los retinoides modernos, sintetizados de la vitamina A. Entre ellos destaca el tazaroté, al cual también se le atribuyen propiedades antiinflamatorias. Pero todos estos productos, por sí solos, a menudo no son capaces de resolver el proceso y se tienen que combinar con otros tratamientos.

En cuanto a la influencia de la sobreexposición al sol, Mario Lecha, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico de Barcelona y participante en el congreso nacional, ha afirmado que “el impacto del sol durante las dos primeras décadas de la vida marca la evolución posterior de la piel, y los niños y adolescentes, y sus padres, no son lo bastante conscientes de ello”. Así, los abusos durante esta etapa de la vida, pueden manifestarse treinta años después, “aunque el paciente lleve años sin broncearse”, ha alertado el dermatólogo.

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Diario Médico

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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