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Durante el año 2005 se produjeron en Castilla y León, entre todos los afiliados a la Seguridad Social, 90.900 accidentes de trabajo; de ellos, 87 fueron mortales y 607 graves. Los accidentes laborales entre el colectivo de trabajadores extranjeros fueron 2.992, de los que 5 fueron mortales y 35 graves. La mayoría de los siniestros entre extranjeros, el 39%, se registraron en el sector de construcción; seguido del de servicios, con un 30,3%; el de industria, un 20,3%; agricultura, el 8,1%, y la minería del carbón, el 2,3%.

Por sexos, los accidentes femeninos se focalizan en el secor servicios (76,3%) y los masculinos, en construcción (45,2%). Tal como expuso ayer María Dolores Martín-Albo Montes, jefa de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social de Zamora, esta distribución de accidentes se explica por la propia distribución del colectivo de trabajadores masculino y femenino en sectores tradicionalmente segregados en razón de género, «pero permite apreciar la magnitud del problema en cada uno de ellos y en su conjunto».

Martín-Albo fue una de las ponentes que intervino ayer en la jornada organizada por la Junta de Castilla y León en colaboración con la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), bajo el título La mejor integración es la prevención.

La jefa de la Inspección presentó un análisis de la incidencia de los accidentes de trabajo entre los extranjeros que trabajan en Castilla y León comparada con la que se registra entre los trabajadores de nacionalidad española también en la región. De esa comparación se desprende que la peor parte, con diferencia, se la llevan los inmigrantes, entre quienes la incidencia de siniestros es un 42% más elevada que entre el resto de los trabajadores.

Así, la incidencia global de siniestralidad en el colectivo de extranjeros es de 8.299 accidentes por cada 100.000 trabajadores, o lo que es lo mismo, 82,9 accidentes por cada 1.000 trabajadores. Si se compara esta cifra con la del global de la comunidad, que es de 5.808 accidentes por cada 100.000 trabajadores, o bien, 58 accidentes por cada 1.000 trabajadores, se aprecia la enorme diferencia en la incidencia de siniestros.

La ponente estableció también el grado de asociación entre «ser trabajador extranjero» y la posibilidad de «sufrir un accidente de trabajo», a través de la comparación entre lo que ocurre entre este colectivo y el resto de la población. Para ello, analizó lo sucedido entre las dos cohortes de trabajadores asalariados en la región dados de alta en la Seguridad Social. Pues bien, entre los trabajadores españoles hubo 46.164 que sufrieron algún accidente mientras que 656.033 no sufrieron ningún accidente de trabajo. Entre los inmigrantes, 2.990 sufrieron algún accidente, mientras que 25.048 no sufrieron accidentes. Con estos datos se obtiene el riesgo relativo, que es de 1,62; lo que significa que un trabajador extranjero en Castilla y León tiene 1,6 veces más probabilidades de sufrir un accidente laboral que uno español.

La edad media de los trabajadores extranjeros que sufren accidentes es de 34,4 años en los hombres y de 35,4 años en las mujeres.

En cuanto a la antigüedad en el puesto, la acumulación de accidentes se produce en los primeros meses tras la incorporación del inmigrante al puesto de trabajo, según las estadísticas manejadas por la ponente, quien utilizó datos de la Dirección General de Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales y del Centro de Seguridad y Salud Laboral.

Entre las conclusiones expuestas por María Dolores Martín-Albo, además de la mayor probabilidad de los inmigrantes de sufrir accidentes, está la de que la tipología de los accidentes de trabajo de este colectivo no se diferencia significativamente de la de los españoles en cada uno de los sectores. De ahí que resaltara la necesidad de tomar en consideración los factores de riesgo inherentes a los trabajadores extranjeros, y entre esos factores están, según destacó, la falta de adaptación a los usos y costumbres de este país y, «por encima de todo» el desconocimiento del idioma y las normas y procedimientos profesionales de trabajo.

Por tanto, la ponente reclamó la cooperación de todas las instituciones y agentes implicados para que se tomen en cuenta estos factores. En la práctica, eso supone que en los planes de prevención de la empresa se integren la información, formación y capacitación de los trabajadores extranjeros, incluido, en los casos necesarios, «la cobertura de las necesidades lingüísticas consideradas como básicas y del proceso de adaptación a las condiciones de trabajo de las empresas españolas. La jefa de la Inspección insistió en que todo este proceso de integración requiere la toma en consideración de acciones preventivas de carácter complementario que el plan de prevención de cada empresa debe recoger «de manera formal y material».

En la jornada de prevención, celebrada en el Colegio Universitario, intervinieron también el representante de AMAT, Julio Santos Palacios, quien expuso una serie de recomendaciones, a modo de guía para empresarios sobre cómo evitar los accidentes entre los trabajadores extranjeros. Posteriormente, se celebró una mesa redonda, con intervención de representantes de los sindicatos y de los empresarios.

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El Norte de Castilla

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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