Puede empezar por algo que pasa tan desapercibido como alguien que ignora un saludo. La cuestión es dilucidar cuándo ese rechazo soterrado, esa aparente indiferencia que pasa por un mal día en un puesto de trabajo no va más allá de un choque de trenes o de caracteres contrapuestos o si, por el contrario, pone de manifiesto una actitud que con el tiempo abocará en eso que hoy se conoce como mobbing, un acoso laboral en toda regla.
Para tratar de despejar esas incógnitas, Osalan presentó ayer en su sede de Bilbao un manual relativo al acoso moral en el trabajo, los modos y maneras de evaluarlos y prevenirlos, y la metodología adecuada para cortar de raíz un comportamiento que incide hoy día en el rendimiento de entre el 5% y el 7% de los trabajadores del País Vasco, alrededor de 700.000 personas, estima Iñaki Olaizola, médico del trabajo y técnico superior en prevención de riesgos laborales, coautor del nuevo manual elaborado por Osalan.
Si todavía hoy, pese al creciente auge de la conciencia social relacionada con esta práctica, resulta complicado fijar fotografías que sirvan para describir la situación real, Osalan intenta con este manual extrapolar porcentajes representativos a partir del número de denuncias recogidos en sus oficinas desde el comienzo de su actividad.
Quejas en aumento
Que, si algo evidencian, es la espectacular progresión de las quejas y denuncias relacionadas con actitudes abusivas en un centro de trabajo, que han ayudado a un comité de expertos de Osalan a trazar un perfil orientativo de acosadores y acosados.
Gipuzkoa arroja unas cifras de denuncias superiores al resto de territorios del País Vasco, 46 en 2003 frente a 22 de Vizcaya y 6 de Álava, una incidencia que para Txomin Eizagirre, responsable de Patología Laboral de la delegación guipuzcoana de Osalan, evidencia por un lado la gran implantación en Gipuzkoa de la mediana y pequeña empresa, el espacio que arroja las mayores tasas de acoso, y, por otro, la mayor actividad de sus sindicatos o que en realidad se registra un mayor número de casos.
Osalan ha analizado para su manual temas como la incidencia en la salud o el rendimiento del trabajador, para elaborar un protocolo de actuación que sirva para proteger al empleado acosado.
El manual empieza por definir el término, que requiere tres conceptos: persistencia en el tiempo, efectos devastadores en la salud o la mentalidad del acosado, y la presencia de una diferencia jerárquica de poder, en la mayoría de los casos, ocasionada por el inmediato superior jerárquico a la persona afectada.
El manual recoge hasta 45 conductas hostiles divididas en cinco apartados que pasan por la presencia de actitudes dirigidas a incomunicar al afectado, impedirle hablar, humillarle en público o ningunearle mediante encargos por debajo de su valía o de funciones sin ningún objetivo aparente.
Perfil del acosador
El documento ha detectado que el perfil del acosador responde a un varón de mediana edad de un puesto medio alto en casi el 60% de los casos, mientras que el número de mujeres acosadas supera en más del doble al de hombres, empleadas de alrededor de 40 años con una cualificación media baja. Entre las consecuencias con mayor presencia están los transtornos psicológicos y emocionales, la pérdida de autoestima y la falta de iniciativa, asociada a apatías en el puesto de trabajo.
Osalan recomienda en todos los casos interponer una denuncia bien sea ante sus representantes sindicales o los organismos públicos. El papel de las empresas es fundamental a la hora de incorporar protocolos que castiguen este tipo de prácticas y protejan al trabajador frente al acosador, aunque resulta complicado castigar al acosador por la falta de testimonios probatorios.
Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.
