El artículo presenta el concepto del proceso, y afirma que en la empresa todo trabajo es un proceso. Basado en ello, plantea que en la empresa los procesos se realizan en cadena. Explica qué entiende por “trabajar para el siguiente” y que esa forma de trabajar es preventiva de la siniestralidad, y su implantación en la empresa es una vía para la integración de la prevención y la cultura preventiva: dos caras de la misma moneda. Afirma además que se necesitan pocos recursos para implantar esa forma de trabajo y que los beneficios son grandes en términos de mayor calidad de vida laboral para todos y menor coste de la no calidad. Invita a los lectores a expresar su opinión sobre el tema para, entre todos, comprenderlo mejor; y a extenderlo en sus propias empresas, como medio de colaborar a la verdadera integración de la prevención y la cultura preventiva, más allá de la documentación y las obligaciones legalistas.

En la empresa, todo trabajo es un proceso, y los procesos van en cadena. Hay procesos sencillos, como tomar un mensaje telefónico, o archivar un documento; hay proceso complejos, como seleccionar un candidato para un puesto de trabajo, o planificar el trabajo de la semana; hay procesos técnicos, de compras, de ventas, de dirección etc. Pueden estar documentados o no, pero todo trabajo es un proceso: una serie de acciones que producen un resultado.

Las actividades de un proceso se realizan sobre las entradas y producen las salidas o resultados, y para llevarlas a cabo se usan herramientas y conocimientos, se respetan requisitos y se cumplen normas de trabajo. La realización del proceso implica por lo menos tres figuras: el propietario que lo ejecuta, el proveedor que suministra la “entrada” sobre la que trabajar, y el cliente, que recibe el resultado del proceso.

Raramente hay procesos de un solo proveedor o de un solo cliente: el pasar un mensaje telefónico puede tener un solo proveedor (quien suministra la información), y un solo cliente (el destinatario), pero el proceso de selección del candidato no es sólo el trabajador seleccionado sino también el resto de la empresa que puede verse afectada por esa decisión y sus futuras actuaciones.

El concepto del proceso es cultural (no hay que confundirlo con el procedimiento escrito), y trasciende la documentación: un proceso puede estar documentado o no, pero sigue estando ahí. Y también trasciende a la propia empresa, es decir, los procesos que se llevan a cabo en las empresas contratistas, afectan a las contratantes; los procesos realizados en las empresas proveedoras afectan a las empresas clientes, y las actividades de las empresas afectan al medio ambiente etc. Se aplica a las empresas de cualquier tamaño y actividad porque en todas ellas hay procesos. Y evidencia el concepto de cadena, pues el resultado del proceso es para un siguiente, que a su vez trabaja para otro siguiente, y así sucesivamente hasta el último proceso de la empresa.

En la empresa, los procesos se asignan a los puestos de trabajo, y éstos son asignados a su vez a sus empleados y trabajadores, a sus encargados y a sus directivos. Así, el proceso de selección de personal está asignado al Jefe de Personal, el de tomar los recados telefónicos está asignado a la Recepcionista y el archivo de documentos está asignado al Oficial Administrativo. Cada proceso, pues, tiene un responsable, y éste tendrá la oportunidad de hacerlo cumpliendo con los requisitos del siguiente, o por el contrario despreciándolos, y a su propia comodidad.

“Trabajar para el siguiente”, haciéndole la vida fácil y anticipando sus problemas, es una forma preventiva de trabajar; ignorar o despreciar los posibles problemas que un trabajo deficiente puede crearle, no lo es. Así pues, implantar esa forma de trabajar, es una forma de integrar la prevención en la empresa o de mejorar la Cultura Preventiva (dos caras de la misma moneda). Seguramente muchos técnicos estarán de acuerdo en que en una empresa en la que los procesos se realizan en modo “trabajar para el siguiente”, tiene integrada la prevención; o que, en otras palabras, “trabajar para el siguiente” es una clave para la integración de la prevención.

El objetivo de implantar la norma de trabajo “trabajar para el siguiente” puede llevarse a cabo mediante tres tipos de actuaciones: compromiso (personal y empresarial), trabajo en equipo (con participación de los representantes de los trabajadores) y metodología adecuada. “Trabajar para el siguiente” es un objetivo medible, pues para saber si se trabaja para el siguiente, sólo hay que identificarle preguntárselo. Si su respuesta es positiva, hay que continuar el trabajo de esa manera, si es negativa hay que aprender sus necesidades, rectificar y hacerlo bien desde la siguiente vez. ¿Qué recursos (inversiones, personal etc.) requerirá este cambio cultural? La respuesta dependerá de cada empresa, pero en opinión del autor serán muy limitados pues prácticamente se reducen a la identificación de los procesos, a asignarlos a los puestos de trabajo, a evaluar el desarrollo preventivo de los puestos de trabajo y a implantar un sistema de acciones correctoras siendo todas ellas actuaciones que no requieren inversiones: solo algo de formación y mucho empeño empresarial. Poco más.

¿Qué beneficios reportará la implantación de “trabajar para el siguiente”?: menos errores, menos repeticiones de trabajos, menos estrés, menos bajas laborales, menos accidentes y enfermedades laborales, en definitiva todo lo que se incluye en el coste de la no calidad, y que se transformará en mayor calidad de vida laboral para todos y mejor posicionamiento de la empresa en el mercado.

Sí, “trabajar para el siguiente” es una buena vía para la integración real de la prevención (cultura preventiva) en la empresa, más allá de documentaciones y obligaciones legales; también porque mediante el concepto del proceso es posible crear sistemas documentados que cumplan los requisitos de la Ley de Prevención (Plan de Prevención) y los de ISO, OHSAS y otros. Sin embargo antes habrá que resolver unos problemas importantes. El primero, y por ello el más importante en este momento, es darlo a conocer a empresarios y trabajadores; y el segundo, deshacer las dos “míticas” razones para la no implantación de la cultura preventiva: no se sabe qué es, y es cara de implantar.

Quizá el presente escrito contribuya a la resolución de esos problemas pues concreta y caracteriza la cultura preventiva por la frase “trabajar para el siguiente”, y demuestra que no es cara. Ojalá que suscite la atención de los lectores y estimule que se compartan puntos de vista que nos enriquezcan a todos, para contribuir a divulgar y producir la verdadera integración de la prevención en las empresas. Es el sincero deseo e invitación del autor.

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Alejandro Mendoza Plaza – Ingeniero Industrial. Consultor para Cultura Preventiva y Cero Accidentes.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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