Quizás el término “medicina de montaña” no les diga mucho, en realidad es un campo de investigación emergente que ha tomado gran relevancia en Chile en los últimos años y que busca soluciones preventivas positivas ante la escasez de éstas en riesgos derivados del trabajo de minería en altura (La Puna). Uno de los efectos negativos causados por esta actividad laboral es la falta de oxígeno en el organismo humano. ¿Por qué ciertas personas sufren somnolencia e insomnio en el altiplano? Es una pregunta fundamental en nuestra reflexión.

Poco se sabe sobre las consecuencias de pasar temporadas cortas a nivel del mar y luego en alturas donde escasea el oxígeno. Por tanto, conocer la fisiología de esas cambiantes condiciones podría ser beneficioso para los trabajadores expuestos a la “hipoxia” o “anoxia” (falta de de un aporte suficiente de O2 a las células del organismo). Una información que puede resultar de gran interés es el estudio de animales y seres humanos que se han adaptado a vivir, a una atmósfera pobre en oxígeno, pudiendo deparar una serie de sorpresas para la medicina, por ejemplo, los camélidos que habitan las alturas andinas, se han adaptado a vivir con una cantidad de glucosa muy elevada (hiperglucemia, que sucede cuando el azúcar en la sangre alcanza un nivel de 180 mg/dl o más), cantidad que por otro lado, sería más que alarmante para un ser humano. Otro dato curioso, científicos han sostenido que el consumo de viagra, fármaco que como se sabe se prescribe para brindar un impulso a la vida sexual, también permitiría a las personas respirar mejor en alturas elevadas y en expediciones de alta montaña, donde las concentraciones de oxígeno son bajas.

 Siguiendo con nuestra exposición, debemos destacar que la falta de oxígeno no es el único riesgo con el que nos encontramos en el altiplano, a éste debemos sumar la baja presión barométrica, la mitad de la que existe a nivel del mar, los cambios extremos de temperatura, de agradables 25° en el día, hasta llegar a varios grados bajo cero durante la noche, la peligrosa radiación ultravioleta, más intensa debido a la transparencia de la atmósfera, que aumenta en la medida que se sube, la escasa humedad que reseca las mucosas nasales, por lo que es fácil deshidratarse, y también hay que tener cuidado con las tormentas eléctricas (rayos) que son frecuentes en las temporadas de lluvias estivales.

 Si a todo lo anteriormente expuesto, agregamos que la infraestructura actual no permite desplazarse por caminos adecuados, que las distancias a recorrer son excesivas y que la mayor parte de estos trabajos se realizan bajo condiciones poco apropiadas, podemos determinar el lugar como zona peligrosa, sobre todo si no se toman las medidas adecuadas, por tanto es esencial disponer de un buen vehículo, ropa y elementos de protección correctos y especialmente respetar los consejos y recomendaciones de los expertos en cuanto a seguridad.

 De ahí la importancia por parte de los trabajadores que trabajan de forma habitual en el altiplano, a alturas en torno a los 2500 metros sobre el nivel del mar, de concienciarse sobre los riesgos a los que están expuestos, de modo que tomen las medidas adecuadas, pero no sólo ellos, si no que poco a poco sean más las investigaciones sobre este tema, de modo que tengamos un mayor conocimiento de las enfermedades profesionales que puede provocar el trabajo prolongado en este hostil ambiente, para que las autoridades de salud del país puedan mejorar la legislación actual en materia de protección de los trabajadores, acortando los plazos para jubilar, por ejemplo, o adoptando otro tipo de normas preventivas, que atenúen el mayor desgate físico y psíquico que demanda el trabajo en altura, que según opiniones autorizadas, provocaría un deterioro prematuro, acumulativo e irreversible en el organismo.

Existen muchos precedentes de trabajadores que después de trabajar durante años en altura geográfica, se han visto impedidos de prolongar su actividad laboral por múltiples problemas de salud como diabetes, hipertensión o dificultades cardiovasculares, siendo atendidas éstas como enfermedades comunes, cuando tal vez correspondía haberlas declarado enfermedades profesionales, adquiridas con ocasión y a causa directa del trabajo realizado en altura. Por tanto podemos determinar que faltan estadísticas y seguimientos médicos serios y metódicos.   Viendo este panorama ustedes pueden pensar que la vida en el altiplano es mala o poco recomendable, nada más lejos de la realidad, ya que una de las principales virtudes de esta zona sea la pureza de sus cielos y esa sobrecogedora majestuosidad del paisaje, que es más patente en aquellos salares y pampas donde la vista se pierde, donde aún es posible encontrar lugares donde la naturaleza esta intacta, no apreciándose la mano del hombre, pasando por aquellos valles y oasis prodigiosos situados en medio de la nada, rodeados por la arena y el caliche, y por esos cerros llenos de singulares matices, donde abundan los ocres, negros, verdes, rosados y rojizos, pero sobretodo por esa paz inmensa que se respira, que seguirá atrayendo a turistas del mundo entero y a esforzados trabajadores.  

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Héctor Valdebenito Larenas – Chile

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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