A un amigo novato, carta a Luis

Amigo Luis, ahora que vas a empezar a estudiar el Máster en Prevención, seguramente te harás esta pregunta: ¿Qué es lo que te espera en el campo de la prevención?

Sin duda te digo que te espera uno de los trabajos más exigentes a la vez que sacrificados. El sector está en vacas flacas y abunda el trabajo, pero de poca calidad y con poca seriedad, aunque cada veza esto pasa menos.

La gente se sigue matando, sinónimo de que algo falla, de que no estamos aplicando bien toda la madeja de normas de que disponemos.

Vas a entrar en un barco donde los palos caen al igual que los pasteles. A veces querrás haberte dedicado a otra cosa, otras, casi siempre, sentirás un orgullo inmenso al decir que eres Prevencionista.

En este campo hay gente de procedencia dispar, como consecuencia de que sólo haga falta tener un título universitario para obtener el Máster del Universo. Algunos se lo toman en serio, otros han llegado aquí como de rebote, fruto del panorama laboral actual.

Hay quien viene con los aires confundidos y pretendiendo largar a los que no sólo llevan más tiempo, saben más y trabajan mejor, sino a los que no son como ellos por ese simple motivo.

El estómago da buenas cornadas y asustan mucho más que las de los toros, como dijo una vez “El Cordobés”

Al principio es normal estar motivado, sentir que todo es aplicable, saber que la Administración vigila y vela, cual Gran-Hermano Wellsiano. Pero en breve tropezarás, más bien chocarás, contra ese gran muro de hormigón armado a dos caras que es el panorama legislativo y administrativo español. En breve conocerás el verdadero percal donde nos toca pelear a diario a todos los que nos tomamos, quizás demasiado, en serio esta profesión.

Conocerás a inspectores de trabajo cuya única preocupación para con la seguridad, aparte de sacarse una de las oposiciones más difíciles, es redactar imponentes impresos de recaudación escudándose en el dudoso articulado legal y que ni siquiera regresan al lugar del delito a comprobar si su palabra (AMÉN) se ha hecho carne….

Conocerás miles y miles de párrafos de R.D. y guías técnicas que dictaminan y enredan la ya de por sí enredada prevención. Conocerás miles de medidas preventivas englobadas en los globales epígrafes que prácticamente no dicen nada, aunque lo incluyen todo.

Conocerás a empresas al abordaje, tirando por los suelos las normas, y perdiendo de vez en cuando a algún trabajador en el camino, sin que les pese demasiado el incidente. Hablando de piratas, arrivarás a las costas del paraíso que constituyen los Servicios de Prevención Ajenos…donde los piratas hacen un trabajo de pena, que no sirve para nada y que sólo sirve para cumplir con lo dispuesto en la normativa. Son los parásitos, los virus a erradicar de esta profesión. De ellos debes huir a la hora de encontrar trabajo, salvo que como todo humano, te mueras de hambre y no puedas hacer otra cosa.

Verás y sentirás lo que se siente cuando no te hacen ni puto caso, cuando el jefe pasa de ti olímpicamente, cuando los trabajadores hacen lo que les da la gana en cuanto te das la vuelta. Sabrás lo que es girar la cabeza para no ver, comprenderás el arte de mirar hacia otro lado sin que se note.

Aprenderás a “adornar” los informes para que en ocasiones no parezca que la cosa está de pena, para que parezca que tú has hecho impecablemente tu trabajo.

Sabrás el miedo que se pasa cuando pasa algo, cuando planea sobre ti la sombra de una justicia que, más allá de las quejas, quiere ver cumplidas desde la primera hasta la última letra del ordenamiento jurídico.

Conocerás la subcontratación y los problemas asociados a ella. Sentirás crecer las dudas sobre quién aplica qué y cuando.

Aprenderás, y mucho, sobre todo tipo de sectores productivos, sobre todo tipo de riesgos y verás cosas que te dejarán pasmado. Tienes que ser fuerte y decidido, aquí no valen medias tintas.
Aprenderás que eres el responsable de tu trabajo y que sólo de lo que hagas o no hagas tú eres el responsable.

Si luchas por lo que quieres, tendrás lo que te mereces, tarde o temprano.

La mente es como una espada, mantenla afilada y acudirá a ti presta a la batalla y cumplirá su función con eficacia. Mantenla herrumbrosa y ni siquiera podrás desenvainarla y de nada te servirá.

Amigo Luis, después de decirte todo esto, me pregunto ¿realmente merece la pena? Y de nuevo el orgullo me grita desde un rincón de mi cabeza: ¡¡SÍ, MERECE LA PENA!!

“Si se es constante, hasta la barra de hierro se convierte en aguja”