Las trabajadoras europeas padecen más estrés y violencia por parte del público que los hombres. El problema de la mujer en el mercado laboral de la Unión responde más a alteraciones de salud que a accidentes, lo que no significa que sus condiciones de trabajo sean mejores o menos peligrosas, según denuncia Sarah Copsey, responsable de las cuestiones de género en la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (AESST), con sede en Bilbao.
La segregación laboral entre los géneros en Europa es elevada y su superación supone uno de los mayores retos de la Comunidad de los Veintisiete para los próximos años. La Agencia mantiene que los hombres y las mujeres están expuestos a diferentes entornos, exigencias y tensiones en el panorama profesional, incluso cuando trabajan en el mismo sector, actividad y lugar. Esto significa que a la hora de llevar a cabo investigaciones, controles estadísticos e intervenciones, es necesario examinar «con el máximo detalle posible» las tareas verdaderamente ejercidas y las características de los trabajadores que las desarrollan. Las cuestiones de género en relación con la seguridad y la salud en el trabajo figuran en un amplio estudio de investigación, coordinado por Copsey, que apuesta por evaluar los riesgos que afectan tanto a mujeres como a hombres y al mismo tiempo tener en cuenta el tiempo y la duración de las exposiciones a los peligros, porque «menos riesgo» no es lo mismo que «ningún riesgo», aunque a menudo se interprete así. El informe señala que al sufrir menos accidentes las trabajadoras que sus compañeros masculinos se les ha prestado menos atención.
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