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El Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo, aprobado el pasado lunes por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, pretende reducir por debajo del 30 por ciento la tasa de fumadores en España. Entre el bajo precio del tabaco en nuestro país y las facilidades para fumar en cualquier local, nos encontramos con que el porcentaje de fumadores en España es de al menos uno de cada tres, y lo que es peor, asistimos en los últimos años a un asalto del cigarrillo por parte de las mujeres, sobre todo entre la juventud: cerca del 30 por ciento de las chicas de 15 años consumen tabaco, por el 20 por ciento de los muchachos y, en general, el porcentaje de enfermas de cáncer «se ha multiplicado enormemente», según datos del doctor Víctor López García-Aranda, portavoz del Comité Nacional de Prevención del Tabaco.

España, Holanda y Japón son los países del mundo desarrollado en los que más se fuma. España, junto a Portugal, es el país de Europa dónde más barato resulta fumar. En España, un 15 por ciento de las muertes evitables se produce por esta droga. Y ahora, por fin, desde la ex ministra de Sanidad, Celia Villalobos, que dejó de fumar mientras ejercía el cargo, hasta la actual titular, Ana Pastor, que no fuma, se ha decidido una estrategia formal, seria, para acabar en lo posible con el consumo en nuestro país. La estrategia de Sanidad, según fuentes oficiales consultadas en distintos momentos, es que el número de fumadores se reduzca un 6 por ciento, lo que equivale a más de 600.000 personas.

Fumadores habituales

Hay suficientes datos, aunque no coincidan entre ellos, que avalan las tesis del Ministerio de Sanidad y de una mayoría de la población española para poner remedio a esta situación: entre el 33 y el 36 por ciento de los españoles son fumadores habituales, ya sean datos provenientes de lo que era el Instituto Nacional de la Salud, de la Organización Mundial de la Salud o de la OCDE, y Sanidad se ha puesto como objetivo, en los cuatro años que tiene como duración el plan (2003-2007), reducir el número de fumadores hasta dejarlo por debajo del 30 por ciento.

Parece un objetivo no demasiado complicado, pero hay que tener en cuenta que, según la Encuesta Nacional de Salud de España, entre 1987 y 2001 sólo se consiguió reducir en cuatro puntos. Un ligero descenso, aunque con datos que mueven al optimismo, porque un 16,8 por ciento de los españoles mayores de 16 años se declaraban no fumadores.

Hombres y mujeres

Estas cifras son las que dan a conocer cómo ha variado el consumo del tabaco en la población, cómo los hombres abandonan este hábito tan dañino y las mujeres se enganchan. Hace dieciséis años, existía en este país un 30 por ciento más de hombres fumadores que de mujeres. Hoy lo hacen un 42,2 por ciento del género masculino y un 27,2 por ciento del femenino.

El objetivo del Ministerio de Sanidad de situar el número de adictos en nuestra sociedad por debajo de 30 de cada 100 tiene además un público claro: la juventud. Y es que el primer cigarrillo llega a probarse a los 10 años, y la edad media de inicio en nuestro país está en los 13. Diversos informes internacionales inciden en que cada vez los chicos y chicas llegan antes al tabaco, que las campañas publicitarias, de una u otra manera, «les buscan» para incitarles a abrirse camino en este vicio y que, en fin, tres mil jóvenes en el mundo son, cada día, «enganchados».

Otros informes, recientemente publicados por ABC, avalan la decisión de Sanidad de emprender de forma decidida el camino para acabar con el tabaco, aunque antes de empezar hay que tener en cuenta las cifras que aporta a continuación el doctor Víctor López García Aranda: «El Estado en España se lleva del tabaco el 73,05 por ciento de su precio final y el tabaco aporta al erario público 850.000 millones de pesetas al año».

Reducción del consumo

«La rentabilidad a costa de la gente» es un estudio realizado por un equipo de investigadores en el que se concluye que «los países con prohibiciones totales o casi totales de la promoción del tabaco han experimentado disminuciones en su consumo ocho veces superiores a los países con limitaciones débiles o sin restricciones». Asimismo, en lo que respecta a la decisión de prohibir el tabaco en los centros de trabajo, es un factor que «reduce su consumo en un 30 por ciento».

Por otra parte, datos del Plan Nacional sobre Drogas estiman que podríamos haber entrado en nuestro país en un periodo de estancamiento, con ventas superiores a los 4.300 millones de cajetillas por año, cuando hacia el final de la década de los noventa se podía comprobar cómo la venta de cajetillas por habitante crecía de forma lenta, pero constante, con un aumento medio que se estimaba en torno al uno por ciento anual.

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ABC

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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