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Los habitantes de la comarca de Arosa se abalanzaron con las primeras luces del alba a cuanta embarcación encontraron en los puertos (más de 150 planeadoras, casi cincuenta barcos mejilloneros) para salir a la bocana de la ría a contener el avance de la marea negra provocada por el Prestige. Frente a las optimistas previsiones del Gobierno, y alertados por los datos facilitados por el Instituto Hidrográfico de Portugal, los arosanos recogieron el fuel incluso con las manos, a falta de otros medios, para evitar la entrada en el área marisquera y acuícola más rica de Europa. La niebla les obligó a volver a puerto en torno a las tres de la tarde, lo que provocó un clima de indignación y desesperación a partes iguales.

Las previsiones facilitadas por el organismo luso de observación marítima son desoladoras: prevé que el combustible invadirá las playas de Bayona durante la madrugada de este miércoles. El vertido también afectará a la ría de Pontevedra, en concreto a Bueu, y a la bocana de la de Vigo, donde están las islas Cíes. Si a ello se añade que la alerta ha saltado en Asturias, Cantabria e incluso el País Vasco por la presencia de pequeñas bolsas todavía no muy preocupantes, la lectura que hacen los pescadores gallegos es demoledora: no hay punto del litoral galaico a salvo de la masa contaminante.

Las primeras galletas de combustible llegaron frente a la isla de Sálvora, en la bocana de la ría de Arosa, a primera hora de la mañana. Eran placas de gran densidad, que los mariscadores de la zona intentaron recoger con unas gigantescas espumaderas por ellos mismos fabricadas, al carecer de material alguno facilitado por las instituciones públicas. En algunos casos, bateiros -trabajadores o propietarios de las bateas donde se cultiva el mejillón- llegaron a utilizar sus propias manos en un desesperado intento de frenar el avance de la marea tóxica.

Trabajaron toda la mañana con una noticia clavada en sus mentes: según el Instituto Hidrográfico portugués, los vientos y las corrientes conducen la gran masa de vertido hacia las rías de Vigo y Pontevedra, con lo que si lograban contener la entrada en la ría de Arosa de las pequeñas bolsas que preceden a la gran marea, podrán evitar una catástrofe de dimensiones incalculables.

Pero tanto los vientos como las corrientes pueden cambiar en cualquier momento, y todo puede volver a empezar. El ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, insistió ayer en que las previsiones del viento para los próximos días son favorables y alejarán del litoral, sobre todo, de la Ría de Arosa, las manchas de carburante.

Al levantarse la niebla, las embarcaciones dejaron tras de sí un panorama de centenares de pequeñas planchas que pueden sumar casi 1.000 toneladas de fuel flotando en la entrada de la ría. Los marineros regresaron a sus puertos -Ribeira, Cabo de Cruz, Boiro Aguiño- indignados porque, hasta este el lunes, las autoridades negaron que las Rías Bajas corriesen peligro. La Xunta de Galicia se limitó a informar de la localización de una mancha compacta de unos 30 metros de diámetro a 7 millas de la isla de Ons, que fue absorbida por un buque de lucha contra la contaminación.

Para la Consejería gallega de Pesca, la ría de Arosa está amenazada por una masa de combustible que se extiende desde la isla de Ons, en el norte de la ría de Pontevedra, hasta Corcubión. El instituto luso asegura que el departamento gallego confunde esta plaza con la que ya azota las costas gallegas más al norte, en la zona de Corrubedo. Y el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, insiste en que la mancha principal se mantiene estable a 34 kilómetros de la costa gallega entre Corrubedo y el cabo Touriñán.

Para la organización ecologista WWF/Adena, la marea negra ha comenzado a arrasar el complejo húmedo de Corrubedo, uno de los espacios naturales más importantes del litoral atlántico europeo. De inmediato, el consejero de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia, Carlos del Alamo, indicó que no hay ningún espacio protegido en el litoral gallego afectado por la marea negra.

Entre tanto dato confuso, los habitantes de la Costa de la Muerte, comprueban todas las mañanas cómo el número de playas afectadas por la segunda marea negra del Prestige crece. Ayer, nuevos arenales de Muxía, Finisterre, Camariñas o Camelle volvieron a amanecer anegados de fuel. Informes de Salvamento Marítimo alertaron de la presencia de manchas pequeñas de 2 a 3 metros en las playas de Rostro y Mar de Fora, en Finisterre, y a una milla del cabo, una mancha de unos 50 metros. Entre Ortegal y Ribadeo y hasta 20 millas náuticas se visualizaron tres manchas de color marrón, la más grande de unos seis metros.

Según los datos facilitados por la Vicepresidencia Primera del Gobierno, el número de playas afectadas por el vertido creció ayer hasta las 179, 18 de las cuales sufren una situación de “extrema gravedad”. Por ejemplo, en Carnota, cuyo alcalde, José Manuel García Martínez (BNG), calificó la situación de “desesperada”: el 80 por ciento de playas afectadas por el vertido y los criaderos de nécora y centolla arruinados.

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El Día

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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