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La supervisión, es sin lugar a dudas, un factor clave y fundamental para el cumplimiento de las metas y objetivos de los colaboradores, en los supervisores está representada la cultura organizacional, las políticas de gestión y la fuerza laboral. En consecuencia, no está demás decirlo, son ellos los abanderados por “default”, para liderar y ejecutar las tareas preventivas.

Casi todos los especialistas, a partir de los estudios de la percepción de los trabajadores, coinciden en afirmar que el “compromiso” de la administración con la seguridad es de vital importancia en el mejoramiento continuo de las medidas de prevención. Tal es así que, si no se percibe, de parte de los colaboradores, un genuino empeño de la gerencia, el clima de seguridad será adverso y la gestión no tendrá el éxito esperado.

Gran parte de esta percepción es obtenida a través de las interacciones diarias que los colaboradores tienen con sus supervisores y hay que entender que ésta es el resultado natural de la frecuencia de interacción y comunicación organizacional. Esta relación directa, dinámica y habitual es la plataforma ideal para la intervención conductual que intenta controlar los comportamientos asociados a los accidentes y enfermedades ocupacionales dentro de una organización.

No debemos continuar sin hacer antes un reconocimiento al difícil trabajo que tiene que enfrentar un supervisor, debido quizá al afán de producción, la rentabilidad, los plazos y otros argumentos que le demandan cumplir metas, muchas veces enfrentadas con la prevención. No obstante, estas presiones contrastantes de rendimiento y seguridad, el supervisor es una entidad de gran influencia para los colaboradores. Esto facilita entre ambos una complicidad funcional, en cuanto se relacionan pleaderara obtener resultados dentro del esquema de la organización.

Esta influencia, que puede ser positiva o negativa para la seguridad de la organización, en parte se debe a que el supervisor es el primer eslabón de enlace entre la administración y la fuerza laboral, él encarna la autoridad y la política gerencial. Sin embargo, el mayor impacto en la motivación de los colaboradores se da cotidianamente, en el trabajo diario. La información concerniente indica que la dinámica estrecha supervisor-colaborador tiene un efecto directo en los resultados de la gestión preventiva.

En efecto, la influencia de los supervisores en la motivación de los colaboradores se relaciona, indudablemente, con el control del comportamiento a través de recompensas y ‘castigos’ que se suministran frecuente y sistemáticamente a todos y cada uno de ellos. Sin embargo, para optimizar esta labor preventiva, dándole su lugar apropiado en la organización, esto es, en interacción funcional con la productividad, los supervisores deben conocer y manejar las herramientas del manejo conductual.

Afortunadamente, hace ya mucho tiempo que el supervisor dejó de ser el simple capataz que sólo cumplía y hacía cumplir las órdenes del jefe. Justamente, en aquellas épocas, Jefe era sinónimo de Saber y ‘Empleado’ era equivalente a Obediencia. Hoy en día, tampoco debería tener vigencia y espacio aquel supervisor ‘policiaco’ sancionador y prohibitivo, aquel que sólo está preparado para ver y castigar el comportamiento inadecuado del colaborador. No importa cuántas veces lo haga bien, basta que sólo una vez lo haga mal para que sea castigado. Es decir, no refuerzan, castigan.

Los supervisores de hoy, aparte de líderes, deberán ser especialistas del comportamiento humano. Generalmente, necesitan nuevos desafíos que los estimulen y mantengan satisfechos con sus labores de supervisión y prevención. Es necesario que logren ser experimentados y conozcan la mejor forma de reorganizar las contingencias para favorecer el incremento de las conductas seguras en sus organizaciones. El efecto debe ser positivo para la seguridad, en toda la extensión de la palabra.

Un proceso de seguridad con énfasis en el análisis y control de las conductas presupone un cambio positivo del comportamiento hacia la seguridad. Los supervisores, en principio, deberán aprender a manejar sus propias conductas y actitudes, lo cual redundará en comportamientos positivos o seguros de los colaboradores. Esto es, tener la capacidad de retroalimentar su trabajo, reforzar positivamente su comportamiento seguro. Dicho de otra forma, motivarlos a que decidan trabajar de forma segura, desterrando la idea también ‘motivada’ de hacerlo de forma insegura.

Debemos considerar siempre a la motivación como componente característico y decisorio de todo proceso de seguridad basado en los comportamientos. Si bien es cierto, la motivación es un proceso interno y propio de cada persona y los jefes inmediatos o supervisores no pueden motivar directamente a sus colaboradores, pueden, en tanto, modificar su ambiente para que sean ellos mismos quienes tomen la decisión que se desea que tomen. Consideremos a la motivación como la raíz dinámica del comportamiento.

El prestigioso psicólogo Luis López Mena, explica de manera fehaciente el papel de los supervisores en la seguridad: “La intervención de la psicología de la conducta en las organizaciones, define al mando o supervisor como un administrador de contingencias, es decir, como la persona que tiene la capacidad de disponer o hacer un nuevo arreglo en las contingencias de conducta presentes en el medio ambiente laboral”.previsel

Efectivamente, el supervisor, dada su beneficiada cercanía con los colaboradores, se puede permitir manejar el medio en el que se desarrolla el comportamiento. Puede hacer uso de las técnicas del análisis funcional de la conducta y orientarla hacia un desempeño seguro. Dicho de otra manera, puede disponer consecuencias agradables a los comportamientos seguros y manejar de manera efectiva las condiciones que motivan estos comportamientos.

Un supervisor informado y entrenado con las técnicas de control conductual para el mejoramiento de la seguridad en la empresa, debe ser capaz, mediante la observación de los comportamientos, lograr identificar aquellos que son claves para las prácticas seguras, así como, los que obstaculizan a éstas. El mismo supervisor podrá conformar equipos de observadores, dentro de sus colaboradores, que recolecten información de las prácticas seguras e inseguras.

Cuando hablamos de observación conductual hacemos referencia a la observación objetiva del comportamiento. Los comportamientos, a diferencia de las actitudes, son observables y medibles, lo cual permite su manejo eficiente. Desafortunadamente, esta práctica no es de uso común en los supervisores. López Mena, dice a su vez: “Una de las mayores dificultades que ha tenido que vencer el análisis de la conducta en las empresas al ser aplicado al estudio de la motivación, es la tendencia de jefes y directivos a emplear palabras o frases que reflejan su interpretación personal y subjetiva, para referirse a la conducta de sus colaboradores”.

Cuando se hayan identificado las conductas claves, éstas podrán ser evaluadas y analizadas a partir de las contingencias en las que se presenten para posteriormente desarrollar un plan de intervención. El supervisor y todos sus colaboradores, en colectivo, deberán estudiar y valorar estas contingencias conductuales, así como la forma de controlarlas. Esta es una característica funcional de la seguridad basada en el comportamiento, en la cual el colaborador adquiere un protagonismo relevante e imprescindible en la seguridad de la organización, logrando así una mejor comprensión y compromiso con el proceso.

El supervisor debe ser el gran motivador y en consecuencia debe estar entrenado para brindar reconocimiento por las buenas prácticas de seguridad en vez de seguir imponiendo autoridad a través del castigo y la sanción. Como mencionamos anteriormente, existe aún una tendencia de sólo condenar los comportamientos inseguros, lo cual, a largo plazo, no da resultado. En sustitución, la seguridad basada en el comportamiento fomenta consecuencias positivas como el reconocimiento o refuerzo positivo del comportamiento seguro. Debemos tener en cuenta siempre, que si en un ambiente prospera el comportamiento inseguro, es porque simplemente se están propiciando en él consecuencias que favorecen los comportamientos riesgosos.

Obviamente, todo esto debe formar parte de un proceso dinámico de contingencias conductuales en toda la organización, claro está, dentro de un programa implementado y que nace de una misión comprometida de la dirección, la cual debe respaldar activamente las iniciativas de seguridad demostrando su claro apoyo, asignando y aprobando explícitamente las responsabilidades de prevención a todos y cada uno de los que laboran en la organización.

Finalmente, resulta pues evidente que una gestión exitosa de prevención necesita de líderes, aquellos líderes que se encuentran en el llano y que mantienen una relación frecuente, directa y prolongada con los colaboradores. Que personifiquen si, autoridad y respeto, pero, producto de su influencia natural y positiva, que sean capaces de lograr una transformación en la conducta de sus colaboradores y por ende en la cultura organizacional de la empresa.

Referencias Bibliográficas

  • Chiavenato, Idalberto (2009) Comportamiento Organizacional. 2ª ed. Editorial McGraw – Hill Interamericana de México S.A. México.
  • López Mena, Luis (2008) Intervención Psicológica en la Empresa, Ediciones Pirámide. Madrid, España.
  • Skinner, B.F. (1972). Ciencia y Conducta Humana. Editorial Fontanella. Barcelona, España.
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Carlos Miguel Barba Sánchez

Psicólogo organizacional, profesional del comportamiento y gestión de personas. Especializado en Prevención de Riesgos, con estudios de Maestría en Psicología y de Especialización en Docencia para la Formación y Capacitación. Diplomado en Recursos Humanos, Diplomado en Gestión de la Seguridad Laboral, Máster en Higiene y Seguridad Industrial.
Es conferencista y motivador de gran impacto, en temas de psicología de la prevención, seguridad basada en el comportamiento, rendimiento y desarrollo personal. Docente de post grado, asesor y capacitador externo de diversas consultoras del país. Así mismo, es Gerente de Proyectos y Servicios de Analistas Conductuales, donde es uno de los diseñadores y desarrolladores del Programa Conductual Preventivo y de las actividades de Asesoría y Entrenamiento para empresas y organizaciones.

Fuente

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

Carlos-Barba

Psicólogo organizacional, profesional del comportamiento y gestión de personas. Especializado en Prevención de Riesgos, con estudios de Maestría en Psicología y de Especialización en Docencia para la Formación y Capacitación. Diplomado en Recursos Humanos, Diplomado en Gestión de la Seguridad Laboral, Máster en Higiene y Seguridad Industrial. Es conferencista y motivador de gran impacto, en temas de psicología de la prevención, seguridad basada en el comportamiento, rendimiento y desarrollo personal. Docente de post grado, asesor y capacitador externo de diversas consultoras del país. Asimismo, es Gerente de Proyectos y Servicios de Analistas Conductuales, donde es uno de los diseñadores y desarrolladores del Programa Conductual Preventivo y de las actividades de Asesoría y Entrenamiento para empresas y organizaciones.
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