Así lo demuestra un estudio realizado por distintos investigadores del Centro de Referencia en Organización del Trabajo de ISTAS y de la Universitat Pompeu Fabra. Aunque, en la actualidad, la crisis económica haya ralentizado la llegada de población inmigrante, estudiar sus condiciones de trabajo es una forma de visualizar que existen en España bolsas de desigualdad que amenazan con ampliarse.

En los últimos diez años, España ha pasado de ser un país emisor de emigrantes a ser un receptor de flujo migratorio. Desde el año 2000 tenemos una de las mayores tasas de inmigración del mundo. Actualmente son más de 5.700.000 personas procedentes de otros países las que viven en España. En lo que respecta a la población económicamente activa, casi el 13% es de nacionalidad extranjera, de los cuales el 85% son de países de fuera de la Unión Europea. En la actualidad, por los efectos de la crisis económica y el altísimo desempleo, los flujos migratorios han descendido mucho e incluso en 2011 se ha producido un descenso, por primera vez en la historia, de 37.000 personas en cifras absolutas.

Las razones de este cambio histórico radican en el ciclo de fuerte crecimiento económico de los años 1995-2007, pero sobre todo fue motivado por el modelo productivo que alimentó el crecimiento, basado en sectores de trabajo intensivo y de poco valor añadido –construcción y servicios– y la demanda de mujeres trabajadoras para atender el trabajo doméstico y de cuidado de niños y ancianos, dada la masiva incorporación en esos años de las mujeres españolas al trabajo asalariado. En España y otros países, la bibliografía científica existente y los datos y registros de daños –accidentes y enfermedades– en el trabajo muestran que el estatus de persona inmigrada puede ser fuente de desigualdades y de marginación. Esta situación les hace ser más vulnerables en todos los espacios sociales, especialmente en el trabajo. Una de las expresiones de esta vulnerabilidad tiene que ver con la salud laboral y con la distinta exposición y menor protección a los riesgos en el trabajo.

Son muchas las problemáticas que necesitaríamos conocer más en profundidad sobre la desigualdad que padecen las personas inmigrantes. Los resultados del trabajo que presentamos se han centrado en estudiar y analizar una de ellas: los riesgos psicosociales a los que se exponen los trabajadores inmigrantes en España, identificando qué diferencias existen en esta exposición entre españoles e inmigrantes, teniendo en cuenta otros ejes de segregación importantes: la categoría ocupacional, el sexo y la edad.

Es un estudio transversal basado en los datos de la Encuesta de Riesgos Psicosociales realizada por ISTAS entre 2004-2005. Está realizado con una muestra representativa de la población población asalariada (de entre 16 y 65 años) residente en España (excepto Ceuta y Melilla). El tamaño final de la muestra fue de 7.555 trabajadores, de los cuales 6.868 eran españoles y 687 (9,1%) trabajadores inmigrantes, definidos como aquellas personas cuyo país de origen era diferente de España, incluyendo países desarrollados (53 personas) y en desarrollo (634 personas).

Los factores de riesgo psicosocial laboral son aquellos factores que se relacionan con la organización del trabajo, que pueden ser precursores de problemas de salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares, desórdenes musculoesqueléticos y desórdenes psicológicos menores. La categoría ocupacional, que se usó como indicador de clase social, fue dividida en trabajadores no manuales (en que se incluía a directivos, profesionales, técnicos y supervisores) y trabajadores manuales (cualificados, semicualificados y no cualificados), y la edad se dividió en tres categorías: hasta 29 años, entre 30 y 45 años y 46 años y más. Los datos fueron recogidos a partir de un cuestionario de factores psicosociales estandarizado, administrado por un entrevistador en el domicilio del participante, utilizando las 21 escalas de la versión media del cuestionario COPSOQ (ISTAS21).

Para este estudio se seleccionaron 8 de las 20 dimensiones de las que se compone el COPSOQ (exigencias cuantitativas, influencia, control sobre los tiempos de trabajo, posibilidades de desarrollo, apoyo social de compañeros, apoyo social de superiores, inseguridad y estima), ya que son las dimensiones principales incluidas en el modelo Demanda-Control- Apoyo de Karasek, Theorell y Johnson y el modelo Esfuerzo-Recompensa de Siegrest.

Entre los inmigrantes de la muestra había más hombres, jóvenes (el 42,6% era menor de 30 años, comparado con el 28,6% de los españoles), y trabajadores manuales (88,9% comparado con 80,8% de españoles). La prevalencia de exposición en todas las dimensiones psicosociales era significativamente mayor en los inmigrantes que en los españoles. Las mayores diferencias se encontraron en estima (49% de los inmigrantes tenía baja estima comparado con el 34,5% de los españoles), control sobre los tiempos de trabajo (47% de los inmigrantes comparado con el 36% de los españoles) y apoyo social de compañeros (46% de inmigrantes comparado con 35% de españoles). Los trabajadores manuales, las mujeres y los más jóvenes también reportaron una mayor prevalencia de exposición a factores psicosociales.

Los factores con mayor diferencia de riesgo de exposición entre los inmigrantes y españoles fueron baja estima y bajo apoyo social de compañeros. Cuando estratificamos esta comparación por categoría ocupacional, observamos que las diferencias desaparecen entre los trabajadores no manuales, pero se mantienen entre los trabajadores manuales. Los factores psicosociales desfavorables en inmigrantes, comparado con los españoles, fueron mayores entre las mujeres que entre los hombres, excepto en elevadas exigencias cuantitativas. Las mujeres inmigrantes estaban en una situación más desfavorable que las españolas en todas las dimensiones estudiadas, particularmente en relación al bajo apoyo social de compañeros, baja estima y bajo control sobre los tiempos de trabajo. Los hombres inmigrantes estaban expuestos a mayor riesgo que los hombres españoles, principalmente en elevadas exigencias cuantitativas. Por edad, las diferencias se encontraron entre los trabajadores mayores de 30 años, especialmente en elevadas exigencias cuantitativas entre los de 30 a 45 años y bajo apoyo social de compañeros entre los mayores de 45 años.

No todos los inmigrantes forman un grupo homogéneo. Por un lado, los resultados de los análisis por categoría ocupacional mostraron que sólo los trabajadores inmigrantes manuales tenían mayor riesgo de exposición. Así, la segregación ocupacional es muy importante a la hora de explicar las diferencias observadas entre inmigrantes y españoles, que parecen no depender tanto del lugar de nacimiento, sino del lugar que cada persona ocupa dentro del mercado de trabajo. La relevancia de este hallazgo está en línea con otros estudios sobre factores psicosociales y desigualdades que muestran que los trabajadores manuales tienen mayor riesgo de exponerse a bajos niveles de control, poco apoyo social y pocas recompensas, mientras que los trabajadores más cualificados están sujetos a mayor demanda, esto es a exigencias cuantitativas. Ello es debido a que están expuestos a ritmos de trabajo extenuantes, realizando las tareas más duras y exigentes.

En general, las diferencias en la exposición a factores psicosociales entre inmigrantes y españoles eran mayores entre las mujeres que entre los hombres. Estos resultados sugieren que el sexo es otro importante factor que debería tenerse en cuenta en los análisis de las diferencias en la exposición, así como también en las políticas preventivas. En relación a la edad, los resultados no fueron concluyentes y no seguían un patrón claro. Los datos coinciden con otros estudios de inmigración desde la perspectiva de género y clase, donde muestran que los inmigrantes con más probabilidad de ser discriminados son las mujeres y los trabajadores manuales.

Estos resultados vienen a confirmar lo que otros estudios ya han puesto de manifiesto: que el mercado de trabajo español y las condiciones de trabajo están fuertemente segmentadas por razones de clase social (trabajadores no manuales no cualificados frente a trabajadores manuales cualificados, profesionales y directivos), género, edad y procedencia nacional. Si queremos llevar a cabo políticas preventivas eficaces, es imprescindible tener en cuenta estos factores en las evaluaciones de riesgos y establecer medidas preventivas adecuadas y eficaces para combatir las desigualdades sociales en salud laboral.

Por otro lado, los inmigrantes que están en situación administrativa irregular, los llamados sin papeles que trabajan en la economía informal, podrían experimentar unas condiciones de trabajo aún más precarias y tienen mayor vulnerabilidad, muchas de ellas son mujeres y del sector doméstico o de los cuidados de personas. Éstos no han podido ser estudiados en este trabajo y deberían ser objeto de análisis e investigaciones posteriores. 

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Ariadna Font

Ariadna Font, realiza un doctorado en Salud Pública en la Universitat Pompeu Fabra. Estudio ha sido publicado en colaboración con Salvador Moncada y Clara Llorens, de ISTAS, y Fernando G. Benavides, del CISAL.

Fuente Revista Por Experiencia - ISTAS

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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