Desde la aprobación de la Ley 31/1995 de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales y del RD 39/1997 por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención, se ha venido observando un cambio lento pero progresivo en el enfoque general del tema de la prevención laboral, pero a veces podemos leer en diversas fuentes sobre las carencias en materia de “cultura preventiva” como principal problema para el normal desarrollo e implantación de las actividades preventivas en las empresas, y especialmente para la integración de la prevención a todos los niveles.

Recientemente ha sido aprobado por el Consejo de Ministros el título de Técnico Superior en Prevención de Riesgos Profesionales perteneciente a los Ciclos Formativos de Nivel Superior de la nueva Formación Profesional. Éste, junto al proyecto de Licenciatura en Prevención de Riesgos Laborales que está siendo impartida por la Escuela de Prevención de Riesgos Laborales (ESPRL), pretenden dar respuesta a esa carencia de cultura preventiva antes mencionada.

He de reconocer que yo también acepté en su momento la conveniencia de que esas enseñanzas existieran, sin embargo hoy por hoy no pienso igual. Mis dudas nacen por la consideración de que “la prevención somos todos”, o lo que es lo mismo, que todos debemos participar en las actividades y actitudes preventivas como consecuencia de una correcta integración de la prevención.

Éste último es el aspecto que más me preocupa. El sistema actual permite el acceso al Nivel Intermedio de cualquier trabajador interesado en el tema, mientras que para alcanzar el Ciclo Formativo de Nivel Superior se necesita un nivel académico de Bachillerato (LOGSE) que no está al alcance de cualquier trabajador. Por otro lado el acceso al Nivel Superior actual es libre para cualquier universitario, empleando para su desarrollo un tiempo mínimo y que en los master de tipo semipresencial se puede compaginar perfectamente con cualquier actividad laboral.

Como consecuencia de éste sistema se tiene que los trabajadores pueden desarrollar su actividad profesional normal, y la actividad preventiva puede ser complementaria de aquella, pudiendo bascularse el tiempo empleado el cada una de ellas en función de la necesidad preventiva de cada empresa. Además todos aquellos trabajadores que hayan realizado algún curso de prevención de riesgos, incluidos los de nivel básico, pueden llamarse prevencionistas y hablar libremente de la prevención, pudiendo generar una corriente positiva que facilite el trato a todos los niveles, creándose así la cultura preventiva que tanto deseamos.

En cambio, si se forma a alguien que sólo hace prevención y se le otorga un nivel profesional exclusivo, se estarán fomentando los cotos privados y en consecuencia las diferencias entre los trabajadores investidos de tales niveles. Además hay que tener en cuenta que las pequeñas y medianas empresas (que son la mayoría), no podrán permitirse el “lujo” de disponer de un técnico en prevención (dedicado exclusivamente a ello), derivando la totalidad de su actividad preventiva hacia servicios de prevención ajenos, y limitando por tanto el mercado laboral de los técnicos de prevención a esos servicios y poco más.

¿Será atractiva para un diplomado (que puede incorporarse inmediatamente al mercado laboral), la idea de pasarse dos años más para conseguir una licenciatura que no le garantiza una incorporación inmediata a ese mercado?.

Suponiendo el espíritu vocacional de un aspirante, ¿estaría dispuesto a soportar tres años de una diplomatura no vocacional, con tal de optar a la ansiada licenciatura?.

¿No sería mejor que se plantease la diplomatura en prevención en lugar de la licenciatura?

¿De verdad creen que será fácil la incorporación de los técnicos procedentes de los ciclos formativos de FP, sin aportar a las empresas más que su función preventiva?.

Estas preguntas son las que quisiera plantear como tema para el debate. Yo no creo en el éxito de estas opciones. Es posible que tengan unos comienzos que auguren lo contrario, pero creo sinceramente que no durarán más de tres años en esas condiciones, ¿y entonces que?, ¿volveremos atrás?.

En mi opinión el problema hay que afrontarlo desde su base, es decir, buscando que la cultura preventiva sea consecuencia de la enseñanza y la formación oportuna. Llevando los cursos de Nivel Básico a su máximo desarrollo mediante programas de formación ocupacional, y fomentando la participación del Nivel Intermedio y su incorporación a la pequeña y mediana empresa, pero como complemento a labores profesionales primarias. Igualmente teniendo el Nivel Superior como complemento de funciones laborales a nivel de dirección de empresa (o similar), y manteniendo en cualquier caso la naturaleza multidisciplinar de la prevención.

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Fernándo Martín Morales

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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