Cuando hablamos de riesgos laborales, medidas de protección o simplemente de los daños a la salud producidos por el trabajo, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es la del trabajador de la construcción subido en un andamio o la del operario de una gran fábrica expuesto a un sin fin de riesgos.
Sin embargo, a día de hoy somos cada vez más los trabajadores que prestamos nuestros servicios a “pie de ordenador”, confinados en muchas ocasiones en despachos de reducidas dimensiones y expuestos a una diversidad de riesgos que si bien no pueden llegar a “matar”, sí que pueden menoscabar gravemente nuestro estado de salud.
Sin querer restar protagonismo a los ya de por si desgraciadamente “famosos” riesgos psicosociales, en este artículo hemos querido abordar un problema cada vez más frecuente en los países industrializados y que tiene que ver con las condiciones ambientales a las que en ocasiones se encuentran expuestos los trabajadores de oficina.
Es probable que recordemos cómo en el último año en varias empresas de Cataluña, Valencia y Madrid se vieron afectadas más de 400 personas por una misma dolencia que estaba asociada a las condiciones ambientales de los edificios. Esta dolencia que es conocida con el nombre de “lipoatrofia semicircular” se manifiesta en forma de pequeños hoyuelos en la piel que se forman por “atrofia” del tejido subcutáneo, provocando principalmente pérdida de grasa en las piernas. Una dolencia que es un claro ejemplo de un síntoma producido por el “Síndrome del Edificio Enfermo”, (a partir de ahora S.E.E.). Debido a la elevada incidencia que han tenido y está teniendo este tipo de casos, nos ha parecido interesente dejar claros una serie de conocimientos básicos en este sentido.
¿Qué es el Síndrome del edificio enfermo?
Esta denominación que en un principio nos puede conducir a engaño, puesto que no es el edificio el que está enfermo sino sus “habitantes”, tiene su origen ya en los años 70, sin embargo no es hasta el año 82 cuando la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) lo reconoce como una enfermedad. La incidencia real del S.E.E. es aún desconocida, no obstante se estima que afecta al 30% de los edificios modernos y que repercute de manera directa en aproximadamente un 30% de sus ocupantes.
Son muchas y muy diversas las definiciones que se han ofrecido para el término del S.E.E., pero sin lugar a dudas la más difundida es la dada por la O.M.S.: “Es el conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados”. Se estima que se puede hablar de S.E.E. cuando se ven afectados más del 20% de sus ocupantes.
¿Por qué se produce?
1. La principal causa es la baja calidad del aire interior como consecuencia de problemas en la ventilación, (en los edificios afectados es común que exista ventilación forzada para todo el edificio y que exista sólo recirculación parcial)
2. Uso de ordenadores, impresoras y fotocopiadoras en recintos completamente cerrados.
3. Los materiales utilizados en la construcción suelen ser ligeros y poco costosos.
4. En muchas ocasiones el recubrimiento de las superficies se lleva a cabo con materiales textiles (moquetas), maderas, pinturas, colas, pegamentos o disolventes que incorporan contaminantes químicos.
5. El ambiente se mantiene casi siempre a un mismo nivel térmico con el fin de fomentar el ahorro energético.
6. Se tiende a construir estructuras herméticas, aisladas del exterior y sin ventilación natural.
7. Tampoco pueden descartarse aspectos ergonómicos relacionados con la iluminación, el ruido, descompensación de temperaturas, baja humedad relativa, posibles cargas iónicas y electromagnéticas o partículas en suspensión.
¿Qué efectos pueden producir?
Los síntomas más significativos suelen ser:
Jaquecas, irritaciones y picor de ojos, nariz y garganta, lagrimeo, resfriados, sensación de sequedad en vías respiratorias, náuseas, ronquera, fatiga y decaimiento, piel seca, eritemas (manchas en la piel), secreción nasal, mareos, vértigos, reacciones psicológicas inespecíficas, rinitis, asma, etc.
¿Cómo se puede prevenir?
Desde que se presenten evidencias de que el edificio puede estar afectado por S.E.E., se deben de llevar a cabo una serie de medidas:
1º. Analizar las medidas y sistemas de ventilación para descartar que no se deba a una mala regulación del sistema, localizando los posibles focos de contaminación, (conductos, rejillas, etc).
2º. Si se descartan los problemas en el sistema de ventilación, se llevará una investigación tanto técnica como higiénica de las características del edificio, que comprenda:
– Analizar los materiales utilizados en la construcción.
– Se tendrán en cuenta factores como la edad del edificio, el número de personas que trabajan en él y los sistemas de limpieza.
– Se realizarán mediciones de CO2, humedad relativa y temperaturas en varios puntos.
– Se realizará un examen médico a todos los trabajadores, estén o no afectados.
3º. Para evitar la repetición de los problemas, se llevarán a cabo revisiones periódicas de los sistemas de ventilación, siendo conveniente la separación de las diferentes estancias del edificio: máquinas, comedor, zona de trabajo etc.
Como hemos podido ver de manera soslayada, son muchos los factores que pueden condicionar la síntomatología en las personas que trabajan en los edificios afec-tados y, por lo tanto, es necesario concienciar de la impor-tancia que tiene encontrar el origen de estas molestias. En cualquier caso, si nos remitimos a las cifras de los expertos, podremos afirmar que cuando un edificio padece el S.E.E., en el 60% de las ocasiones la causa se puede atribuir a problemas relacionados con el sistema de ventilación, en un 20% a la contaminación en el interior del edificio y un 10% a contaminación procedente del exterior. Con lo que a la vista de estas estadísticas sólo nos queda añadir nuevamente que “más vale prevenir, que curar”.
Secretaría de Salud Laboral de Castilla y León – Boletín BOICCOOT
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