La evaluación de la exposición a los riesgos psicosociales es uno de los aspectos relevantes de la salud laboral, y su investigación ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud como de alta prioridad. El conocimiento científico permite identificar las características de la organización del trabajo que afectan a la salud y cómo proceder para identificar, localizar, medir, valorar y controlar los riesgos que se producen en el ambiente de trabajo.

Los riesgos psicosociales son condiciones laborales relacionadas con la organización del trabajo. Sabemos que son una de las principales causas de absentismo laboral, y de problemas de salud muy extendidos entre la población como los trastornos de salud mental, músculo-esqueléticos y las enfermedades cardiovasculares, enfermedades que constituyen las principales causas de muerte en España y en el mundo desarrollado. En términos de prevención de riesgos laborales, los factores psicosociales representan la exposición (es decir, lo que habrá que identificar, localizar y medir en la evaluación de riesgos), la organización del trabajo es el origen de esta exposición (o sea, sobre lo que habrá que actuar para eliminar, reducir o controlar estas exposiciones), y el estrés –esa palabra tan utilizada– es el precursor o antecesor del efecto (enfermedad o trastorno de salud) que se debe evitar.

La crisis económica iniciada en 2008 ha modificado algunas condiciones de trabajo, produciendo cambios en las exposiciones a los riesgos psicosociales y aumentando las desigualdades en el conjunto de la población asalariada en España. El paro ha aumentado del 9% en 2005 al 21% en 2010, afectando principalmente al sector de la construcción y la industria, a profesiones principalmente ocupadas por hombres, jóvenes, inmigrantes y trabajadores no cualificados, y a contratos temporales. Antes de la crisis, España ya se caracterizaba por altas exposiciones a riesgos psicosociales, por lo que es interesante conocer cómo se ha modificado dicha situación tras el deterioro del mercado laboral.

Para explorar el posible impacto de la crisis económica iniciada en 2008 en el ambiente psicosocial de los trabajadores y las trabajadoras españolas se han analizado dos encuestas representativas de la población asalariada en España realizadas en 2005 y en 2010. Participaron 7.600 y 5.100 trabajadores y trabajadoras respectivamente. Esta investigación fue realizada, con apoyo del Plan Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación, por un grupo de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Valencia y la Universidad Pompeu Fabra, liderado por ISTAS.

La encuesta se administró a través de una entrevista personal en el hogar y permitió obtener información sobre las características sociodemográficas del individuo, la ocupación y las condiciones de trabajo, entre ellas la exposición a riesgos psicosociales a partir del cuestionario CoPsoQ-istas 21 (versión 1 y 2).

El impacto de la crisis

Los principales resultados de la comparación muestran un aumento de la población que está expuesta a los riesgos de alta doble presencia, alto ritmo de trabajo, alta inseguridad de encontrar un trabajo en caso de quedar en paro y bajo apoyo social en el trabajo. En líneas generales son resultados coincidentes con otros estudios de nivel europeo.

La exposición a alta doble presencia ha aumentado considerablemente en estos cinco años, pasando del 31% al 47,2%, y presenta una fuerte desigualdad de género que se reproduce los dos años, de manera que la proporción de mujeres que se encuentran en la situación más nociva en cuanto a la exigencia de doble presencia (un 60,6% en 2010) es muy superior a la de los hombres (un 43,8% el año 2010).

La inseguridad es hoy una característica central del mercado laboral y se asocia negativamente con la salud física y mental. Además, diversos estudios han situado a España como un país de alta inseguridad laboral. La inseguridad ante las posibilidades de encontrar un trabajo empeora notablemente: en el año 2010 uno de cada dos trabajadores estaba expuesto a una alta inseguridad, mientras que en 2005 era uno de cada tres. Los resultados también muestran que en 2010 disminuyó la elevada inseguridad relacionada con el empeoramiento de algunas condiciones de trabajo (horario, salario, etc.) que se observaron en 2005. En el año 2010 se había destruido mucha ocupación y expulsado del mercado de trabajo la población más vulnerable en comparación con 2005 (por ejemplo, descendió la temporalidad, pues los trabajadores temporales fueron los primeros que engrosaron las listas del paro), quedando una mayor proporción de trabajadores con relación laboral estable y poder contractual más elevado. En este contexto, las condiciones de trabajo podrían considerarse menos importantes y su deterioro podría ser más aceptable por parte del trabajador con el fin de conservar el trabajo.

La crisis también ha provocado un deterioro en el apoyo social recibido de los compañeros. Mientras en 2005, el 36% de trabajadores estaba expuesto a bajo apoyo, en 2010 es el 48% el que se encuentra en esta situación. Nos preguntamos hasta qué punto puede tener relación con la fuerte destrucción de ocupación iniciada en 2008 y, por tanto, con el aumento de la inseguridad, de la intensificación del trabajo y de la competitividad entre los asalariados que estas situaciones podrían implicar.

Las exposiciones que indican cuál es el grado de control que la población asalariada tiene sobre su trabajo no presentan un cambio importante entre 2005 y 2010, pero, como han demostrado estudios anteriores, se trata de exposiciones elevadas entre los asalariados en España, principalmente entre las trabajadoras manuales (más del 40% de los trabajadores manuales no cualificados tenían en ambos años los niveles más bajos de influencia en el trabajo). La organización del trabajo en España se continúa basando en dar poca autonomía al trabajador en la realización de sus tareas e implica un diseño de tareas de contenido poco complejo.

Una parte importante de los asalariados en España ha combinado este poco control con bajas exigencias en el trabajo, configurando una organización laboral de trabajo pasivo. Además, 2010 presenta una cierta intensificación del trabajo, por lo que, combinado con la ausencia de mejora en el control del trabajador, podríamos estar en un cambio de escenario en el que se incrementarían las situaciones de trabajo de alta tensión. Está ampliamente demostrado que este tipo de trabajo es el más nocivo para la salud y que está relacionado, entre otras, con enfermedades que, como los infartos, se encuentran entre las primeras causas de muerte en hombres y mujeres en España en 2010.

Las prácticas empresariales que están en el origen de estos riesgos son conocidas; así que, una vez evaluadas las exposiciones a factores de riesgo, hay que desarrollar las medidas necesarias para su eliminación o control, lo que implicará introducir cambios en cómo se organiza el trabajo y en las prácticas concretas de gestión de la mano de obra que se encuentran en su origen.

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Mireia Uzez, Salvador Moncada

Mireia Uzet disfruta de una beca en la Unidad de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona y está realizando su tesis doctoral en colaboración con ISTAS.

Fuente www.porexperiencia.com

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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