La actitud es un tema del que hablamos permanentemente cuando juzgamos a nuestro personal. Es una variable que ponemos sobre la mesa cada vez que tenemos que premiar o castigar. Es la atenuante o agravante que muchas veces inclina la balanza. Incluso solemos ponerla sobre otros valores a la hora de evaluar.

Entonces ¿a qué llamamos actitud? A nuestra postura o forma de colocarnos, dirigimos o realizar algo según nuestro estado de ánimo.

Normalmente en el ámbito laboral lo asociamos a la voluntad o intención con que nos desempeñamos.

Son las emociones las que la regulan y las percepciones las que alimentan.

Podemos enunciar de éste modo que nuestra actitud va a depender de las emociones y percepciones negativas o positivas que vivamos.

Pero hay algo que incide en nuestra actitud laboral que es la motivación por un lado y el gusto por realizar nuestra tarea.

Ambos a su vez se ven afectados por muchos otros factores.

¿Se puede manejar la actitud? Sí, se puede a través de ejercitar actitudes positivas frente a los problemas. Las actitudes positivas se basan en la práctica de virtudes relegando a su vez los defectos o utilizando las malas experiencias para la corrección y el aprendizaje.

Difícilmente se pueda exigir a nuestro personal que tengan una actitud positiva si no tiene:

Motivación.

Buena interrelación con sus pares y jefes.

Condiciones agradables y seguras de trabajo (ambiente).

Compañerismo.

Confianza.

Trabajo en equipo.

Objetivos laborales claros.

Vida emocional estable.

Posibilidades de progreso.

Conocimiento de su trabajo.

Trabajo dinámico.

Posibilidades de aportes al trabajo.

Justicia dentro del trabajo.

Tranquilidad laboral.

Trasparencia de gestión.

Satisfacción por la tarea.

Aquí solo enumeramos algunas condiciones que a menudo escuchamos como factores de quejas o factores que hacen llevadero el trabajo.

¿Cuantos de éstos factores dependen de los mandos para mejorarlos?. Incluso deben estar dentro de los objetivos primarios del líder.

Es función fundamental del líder fomentar la actitud positiva dentro del entorno laboral.

Las actitudes positivas provocan la satisfacción del equipo de trabajo y de la actitud personal de los involucrados a través del reconocimiento y del éxito alcanzado.

Por el contrario un entorno negativo y la crítica permanente provocan desmotivación y más fracasos. El clima se transforma en contagioso y provoca la desintegración del equipo haciendo perder el interés laboral y hasta detestar a su jefe.

Viéndolo de éste modo quien trabaja en seguridad observa entre el personal los diferentes estados de ánimo de los guardias de seguridad especialmente a través de las actitudes. A quién le gusta el trabajo seguramente tiene una actitud diferente a la que no le gusta. Quien conoce las tareas su actitud es diferente a quien desconoce las consignas. Así veremos a guardias que parecen haber nacido para trabajar en seguridad y a otros que terminan abandonando el rubro.

Ahora al momento de evaluar al personal ¿Cuánto conocemos de lo que sucede dentro de nuestro ámbito laboral? ¿Qué determina las actitudes que el personal tiene?

Somos actores principales de nuestro propio destino y fiel reflejo de nuestras actitudes.

A triunfar!

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PatricioM – Argentina

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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