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Investigadores de la Universidad de Leicester (Reino Unido) han identificado una proteína específica generada por el encéfalo como respuesta al estrés. Sus descubrimientos, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), podrían ampliar el conocimiento que se posee sobre los trastornos psiquiátricos humanos relacionados con el estrés, sobre todo en lo referente a la respuesta del encéfalo humano a esta sensación y a la manera en la que sobrelleva su impacto. El estudio fue financiado en parte por una beca de excelencia Marie Curie al amparo del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea.

Científicos del Departamento de Farmacología y Fisiología Celular de la Universidad de Leicester investigaron zonas «delgadas» y «semejantes a setas» de células nerviosas del encéfalo que desempeñan una función básica en los procesos de aprendizaje y recuerdo. Según los investigadores, las personas pueden modificar sus recuerdos para mitigar el estrés que les producen los de naturaleza dolorosa.

El descubrimiento de la producción de la proteína encefálica concreta gracias a este estudio plantea importantes repercusiones, pues podría contribuir a proteger a pacientes contra excesos de ansiedad y ayudarles a sobrellevar acontecimientos vitales negativos.

«El estrés diario reorganiza el encéfalo: las células nerviosas modifican su morfología, la cantidad de conexiones con otras células y la forma en la que se comunican con otras neuronas», explicó el Dr. Robert Pawlak, profesor de Neurociencia de la Universidad de Leicester y uno de los autores del estudio. «En la mayoría de los casos estas respuestas son adaptativas y beneficiosas, pues contribuyen a que el encéfalo sobrelleve el estrés y articule una reacción conductual adecuada.»

No obstante, el Dr. Pawlak admite que en una situación de estrés extrema se puede perder el control de la situación. «La capacidad amortiguadora del encéfalo se agota y las células nerviosas del hipocampo, una zona del encéfalo responsable del aprendizaje y la memoria, empiezan a detener sus procesos, no se comunican correctamente con otras células y muestran indicios de enfermedad», añadió.

«Una de las estrategias más utilizadas por las células encefálicas de cara a superar el estrés consiste en modificar los procesos diminutos que normalmente realizan para intercambiar información con otras neuronas, las espinas dendríticas.»

Las espinas pueden medir apenas una milésima de milímetro y presentan distintas formas. Los investigadores compararon espinas largas, lo que expertos en la materia denominan espinas «finas», en niños. No sólo son móviles sino también «curiosas». Estas espinas cambian de forma con frecuencia y desempeñan una función básica en los procesos de aprendizaje. Cuando las espinas aprenden, maduran y adoptan una forma similar a un hongo y generan conexiones estables. Además de no cambiar sus conexiones se quedan estáticas.

«Las espinas con forma de hongo nos ayudan a recordar cosas que alguna vez hemos aprendido, lo que no siempre es positivo», señaló el Dr. Pawlak. «Algunas vivencias muy estresantes merece la pena olvidarlas con rapidez, de lo contrario pueden crear trastornos de ansiedad. En el encéfalo humano se produce un tira y afloja constante para mantener un equilibrio adecuado entre las espinas delgadas y las de forma de hongo, o lo que es lo mismo, cuánto recordar y qué es mejor olvidar», añadió.

«Hemos identificado una proteína producida por el encéfalo en respuesta al estrés para reducir la cantidad de espinas con forma de hongo y por tanto reducir en el futuro la ansiedad causada por las vivencias estresantes. La síntesis de esta proteína, la lipocaína-2, no es común pero su fabricación aumenta enormemente en el hipocampo ante una situación estresante. Cuando se añade a las neuronas de un cultivo del mismo modo a como ocurriría durante una situación estresante, las neuronas empezaron a perder sus espinas de la memoria, las maduras con forma de hongo. El descubrimiento de que la lipocaína-2 es un agente utilizado por el encéfalo para ayudarnos a vivir con estrés es un importante avance. Estamos cada vez más cerca de descifrar los mecanismos moleculares de control del estrés que, en caso de no funcionar de forma adecuada, podrían conducir a enfermedades psiquiátricas relacionadas con el estrés.»

Más de un tercio de la población humana se ve afectada por perturbaciones psicológicas y mentales relacionadas con este estado nervioso, según el equipo de investigación. A partir de este punto determinarán si los mecanismos identificados pueden utilizarse para obtener información sobre la que apoyar estrategias clínicas con las que tratar la depresión y otros trastornos de ansiedad.

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cordis.europa.eu

Este contenido ha sido publicado en la sección Noticias de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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