Convivimos con ella desde hace tanto tiempo que ya no recordamos como y cuando se fue instalando en nuestra vida. Aprovechó para colarse cada vez que una madre a punto de estallar gritaba quejándose de las trastadas infantiles, cada vez que un padre abrumado pegaba un portazo que nos encogía el corazón o cuando un profesor nos recriminaba delante de todos los niños, o más tarde un jefe amargado nos exigía sin contemplaciones más producción a cambio de nada…

Encontró la forma de penetrar en las creencias e ideas que íbamos recibiendo del entorno social: la vida es lucha continua, esto es una jungla, tanto tienes tanto vales, el futuro es lo que importa, si no te impones te comen, lo que aparentas eres… que acabamos percibiendo su presencia como algo de lo más natural en este mundo electrizante, diseñado para que juguemos a su ritmo y corramos todos en una misma dirección…

En cada taller de relajación observo hasta qué punto es eso cierto, cuando veo como hombres y mujeres de diversas procedencias sociales y laborales comienzan a soltarse, a conectarse con el ritmo de su respiración, a relajarse y experimentar un estado de paz y bienestar que según sus propias palabras: ”jamás habían sentido“

Cuando les explico que el estado natural del ser humano es la tranquilidad y la paz y les recuerdo la facilidad que tienen los bebes y los niños para sentirla cuando están bien y a su alrededor hay un clima armónico y que la tensión es algo añadido que se fue filtrando en sus hábitos, pensamientos y emociones, me miran sorprendidos porque la experiencia que están sintiendo, les demuestra la realidad de lo que les digo.

Hemos creado una sociedad muy civilizada -entre comillas-, que nos obliga a vivir en un estado de tensión constante que ahora todos denominamos “stress” ese anglicismo que se nos coló y que en la actualidad padecen alrededor de 40 millones de europeos.

Pero no perdamos el hilo; las tensiones empiezan mucho antes que aceptemos que estamos tocando fondo y las reacciones psicosomáticas a esa presión constante de la que hablaba al principio, se manifiesten en forma de ansiedad, depresión, dolores nerviosos diversos, ulceras, etc.

No nos engañemos:

Aprendemos a vivir en tensión desde la cuna, porque un mundo de hombres y mujeres estresados y desconectados de su interior, solo puede crear niños, adolescentes, jóvenes y menos jóvenes igualmente estresados y desconectados de su interior; no pretendamos sembrar un árbol de manzanas y esperar que broten ciruelas.

Ya está hecho, ahora solo nos queda aceptarlo y tratar de cambiarlo en cada uno nosotros.

Y como aceptamos?: Reconociendo. Ese es el camino más corto para transformar una idea, un pensamiento, una actitud, una manera de vivir…

¿Cómo vamos a liberarnos de nuestras tensiones si no aceptamos y reconocemos que están ahí?

Les sugiero que hagan este sencillo ejercicio:

Siéntense cómodamente y cierren los ojos, presten atención a sus respiración haciendo nueve respiraciones un poco más profunda expulsando muy despacio el aire por la boca.

Ahora recuerden qué les generaba tensión de pequeños y no tan pequeños…Si aparecen imágenes vívanlas y tensen el cuerpo como si acabaran de coger una gran rabieta, después suelten esa tensión y respiren hondo, repitan esto con cada recuerdo que les venga a la mente. Descubrirá dos cosas: una, que la tensión lleva muchos años instalada dentro de usted .Y dos, que se está mejor sin ella…pues si no el cuerpo no reaccionaría relajándose cuando la liberamos…

0 0 votos
Valoración

Aurora López

Aurora López – Departamento de Psicología Informa Consultores

Fuente Revista PW Magazine 3

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

Suscribirme
Notificar de
guest
:arrow: 
:D 
:? 
8-) 
:cry: 
:shock: 
:evil: 
:!: 
:geek: 
:idea: 
:lol: 
:x 
:mrgreen: 
:| 
:?: 
:P 
:oops: 
:roll: 
:( 
:) 
:o 
:twisted: 
:ugeek: 
;) 
 
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios