En los últimos meses, debido a la crisis del ébola, el sector de los EPI (Equipos de Protección Individual) ha sido protagonista en todos los debates. En algunos casos, la seguridad y función de los equipos ha sido puesta en entredicho; pero lo cierto es que los EPI están diseñados para funcionar con éxito como barrera de seguridad frente a uno o varios riesgos a los que pueda estar expuesto el usuario y que amenacen su seguridad y su salud.

No obstante, es igual de importante subrayar que no todos los EPI son válidos y adecuados frente a todas las circunstancias o riesgos. Y he aquí donde entra en juego uno de los factores clave de la seguridad y la prevención: la correcta selección del EPI a emplear.

El primer paso para ello es realizar -por parte de los prevencionistas/técnicos superiores de prevención- una evaluación específica de los riesgos del puesto de trabajo. Es esencial además, conocer en profundidad el sector y los riesgos asociados a cada tarea a desarrollar y disponer de cualificación suficiente en materia de seguridad laboral y conocimiento de los equipos de protección disponibles.

Las normativas españolas y europeas vigentes –cada vez más exigentes y avanzadas- son esenciales como información sobre el EPI adecuado para cada necesidad de protección. Y sólo así, por supuesto, se conseguirá minimizar los riesgos y garantizar el nivel deseado de seguridad del usuario.

Tras la exhaustiva evaluación de riesgos que defina el nivel de estos y las medidas de protección tanto generales como individuales a tomar, los expertos son los encargados de seleccionar el equipo apropiado para su labor. Es importante seleccionar el equipo adecuado, sin ahorrar costes, pero sin buscar una protección mayor. Por último, asegurarse de que el EPI está certificado y cumple con las normas y requisitos exigibles, siendo suministrado por un distribuidor profesional y reconocido.

En este sentido, según la Directiva 89/686/CEE, los EPI cuentan con diferentes categorías que van desde la I a la III en función de los riesgos para los que el equipo esté destinado, siendo la Categoría I para riesgos menores, a la Categoría III, cuya falta de uso puede acarrear accidentes mortales o con lesiones irreversibles. El proceso de selección del EPI vendrá influenciado, entre otros factores, por dicha escala, así como por todos los controles normativos y técnicos que los fabricantes (y demás empresas de la cadena de valor) están obligados a superar.

En definitiva, sólo siendo absolutamente meticulosos en cada uno de estos pasos y procesos, el EPI seleccionado será el más adecuado para cada circunstancia y, por tanto, ofrecerá el nivel de protección para el que ha sido creado y ensayado. El punto final definitivo para la seguridad es la utilización correcta del EPI –establecida en el RD 773/1997- para la que cada trabajador debe estar formado e informado por el empresario.

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Manuel Martínez

deinsaManuel Martínez lleva más de 35 años en el sector de distribución de equipos de protección individual (EPI) y más de 25 al frente de DEINSA, empresa que creó en 1988 y que sigue gestionando con eficacia, como prueba la reciente obtención de la norma EN 9120. Conoce a fondo el sector de EPIs también gracias a su participación activa en ASEPAL, la asociación sectorial, de la que es vicepresidente.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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