En la mayoría de las ocasiones cuando hemos tratado el tema de las enfermedades profesionales, lo hemos hecho desde un punto de vista genérico y sin entrar al detalle, sin embargo, en este artículo vamos hacer hincapié en una categoría muy concreta, por dos razones fundamentales: la primera de ellas porque afectan a un porcentaje muy alto de la clase trabajadora, y la segunda porque en lugar de ir aflorando a la superficie, se encuentran más tapadas que nunca.

Nos referimos a todas aquellas enfermedades relacionadas con los trastornos músculo-esqueléticos (a partir de ahora TME), cuyo origen es exclusivamente laboral, y sin embargo se siguen derivando al Sistema Público de Salud.

Los TME contraídos por los trabajadores, no sólo en España, sino a nivel europeo, constituyen uno de los mayores problemas de seguridad y salud, de hecho y según datos extraídos del Observatorio Europeo de Riesgos de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo se concluye que los TME son la primera causa de absentismo laboral en los países de la Unión Europea, aproximadamente el 25% de los ocupados europeos sufren dolor de espalda, y el 23% declaran tener problemas musculares. Concretamente en nuestro país, según datos del Ministerio de Trabajo, entre un 80% y un 90% de las nuevas enfermedades profesionales tienen que ver con los TME.

Antes, cuando hacíamos alusión a que el origen de dichos trastornos era exclusivamente laboral, utilizábamos la palabra “exclusivamente” de forma intencionada, porque desafortunadamente son muchos los trabajadores con problemas de salud relacionados con hernias discales, síndrome del túnel carpiano en la muñeca, epicondilitis en el codo, o bursitis de la rodilla, etc, todas ellas, afecciones que son de origen claramente laboral, y sin embargo están siendo tratadas como enfermedades comunes. Y es que cada vez son más los trabajadores que acuden a las Asesorías de Salud Laboral de CC.OO., porque la Mutua les ha mandado literalmente, “a paseo”, debido a que se encuentran con la enorme dificultad de poder demostrar que dicha enfermedad se ha originado en su puesto de trabajo. De hecho no es raro encontrar situaciones en las que a los trabajadores se les tilda de mentirosos, y la mutua con diversas argucias, justifica que esa dolencia podría ser de jugar al tenis, de coger la fregona en su casa, o de “vaya usted a saber”… el caso es que esas enfermedades no sean reconocidas como de origen laboral, con el objetivo último de ahorrar costes.

El principal problema de los TME radica en que son dolencias que la mayoría de ellas no surgen de un día para otro, sino que van apareciendo de manera lenta y paulatina, se suele empezar con pequeñas molestias a las que no se les presta especial importancia y que a base de analgésicos se van encubriendo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo el problema va a mayor y cada vez resulta más difícil demostrar que la dolencia que padece el trabajador está relacionada con el trabajo, por lo que se vuelve a producir, una vez más, la infradeclaración de enfermedades laborales. Ante este tipo de situaciones, muchas veces por el miedo a tener problemas con la empresa, los trabajadores van “tirando” como pueden, y día a día, con mayor o menor dolor acuden a sus puestos de trabajo.

Esta situación es la que se ha venido a llamar como “presentismo laboral”, entendido como tal el hecho de acudir a los puestos de trabajo estando enfermos, no ir al médico cuando se necesita una baja laboral o regresar al puesto de trabajo después de una baja sin estar completamente recuperado.

Concretamente y según datos de la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo, a la pregunta realizada en el año 2010: Durante los últimos 12 meses, ¿ha trabajado estando enfermo?, en el caso de España el 37.8 % respondió de forma afirmativa. El dichoso “presentismo” es el que está generando que sobre todo en el caso de los TME, las patologías se vayan agravando más, lo que conlleva que se produzcan bajas de mayor duración que si el problema se hubiera atajado desde el principio, llegando en muchos casos a que la total recuperación de trabajador ya no se posible, e incapacitándolo para todo tipo de trabajo de forma permanente. Unido al miedo, está el hecho más que preocupante del gran desconocimiento en lo concerniente a las enfermedades relacionadas con el trabajo. Esta falta de formación facilita más aún si cabe, la derivación hacia el Sistema Público de Salud de afecciones que como se ha dicho anteriormente tienen su origen “exclusivamente” en el trabajo, y sin embargo, cuando los trabajadores no pueden más, en lugar de acudir a la mutua para que su enfermedad sea reconocida como laboral, acuden a su medico de atención primaria para que se le trate como un problema de salud común, (porque en realidad lo que quieren es curarse lo antes posible para seguir trabajando). Esta impotencia de los trabajadores y trabajadoras hace que la desviación de la enfermedades laborales al sistema público se haga casi inevitable, lo que conlleva claro está, en que las enfermedades profesionales, tal y como muestran las estadísticas, en lugar de aumentar, disminuyan cada vez más, y por desgracia este descenso no se debe a que haya menos, sino a que solo un porcentaje muy pequeño son declaradas como tal.

Ante este problema de primera magnitud es crucial que trabajadores trabajadoras lo reconozcan y una vez más hagan valer sus derechos. Por esta razón ante cualquier mínima duda de que una dolencia pueda ser de origen laboral, acude a las Asesorías de Salud Laboral CC.OO., donde se te guiará e informará en este sentido. Porque lo que no se ve es como si no existiera.

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Secretaría de Salud Laboral y Seguridad Social de CCOO Castilla y León

Fuente BOICCOOT a la Siniestralidad Laboral, nº 151

Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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