El art. 4 de la LPRL, habla del “riesgo laboral” como la posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo. De modo que si dicha posibilidad se puede materializar en un futuro cercano, y puede causar un daño grave en el trabajador, entonces podemos hablar de “riesgo grave e inminente”. Por ejemplo, en el uso de una PEMP, existen múltiples riesgos que pueden causar un daño en el trabajador, y si por ejemplo, se carece de formación, podemos hablar que se puede producir un riesgo grave e inminente. ipaf artículo   También tenemos que tener muy presentes los denominados “factores de riesgo”, que se originan en las diferentes condiciones en las que se trabaja y que dan lugar a los accidentes y a las enfermedades profesionales, y se clasifican en cuatro grupos: .- Factores de seguridad: Se originan por las condiciones materiales en las en las que se trabaja, y están determinadas por los lugares y los equipos de trabajo utilizados (herramientas, máquinas, etc.), y pueden originar riesgos como caídas, golpes, atrapamientos, cortes, etc. .- Factores de origen físico o químico: Son ocasionados por las condiciones físicas existentes en los lugares en los que se trabaja (ruidos, vibraciones, etc.), y a la presencia de contaminantes químicos que se pueden presentar en forma de gases, vapores, humos, polvo, etc., y que pueden originar enfermedades relacionadas con el trabajo o enfermedades profesionales. .- Factores derivados de las características del trabajo: Son ocasionados por la realización de tareas que conllevan esfuerzos físicos, posturas forzadas, nivel de atención altos, etc., y que pueden originar traumatismos, lumbalgias, depresión, irritabilidad, etc. .- Factores derivados de la organización del trabajo: Son ocasionados por la organización del trabajo (organizacional), las características de la tarea (psicosocial) y la cultura empresarial (relacional), y pueden originar consecuencias negativas para la salud de los trabajadores a nivel físico, pero sobre todo a nivel psíquico y social.

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Es fundamental que la dirección de la empresa asuma el liderazgo de la PRL, de modo que se profesionalice el hacer laboral de toda la actividad en la empresa. Está demostrado que es más efectivo el liderazgo orientado a las relaciones y a la gestión participativa que un modelo de liderazgo orientado a las tareas. A través de una formación de calidad tenemos que dejar de hablar del plano de las realidades (incidentes/accidentes) y pasar al plano de las probabilidades. De manera que si controlamos la probabilidad de que se produzca un daño, se dejará de hablar de la realidad del momento actual (alta siniestralidad laboral). Aplicaremos un estilo de mando asertivo, que se acomodará a cada situación, y para ello utilizaremos una serie de habilidades, como por ejemplo:

  • Empatía.
  • Respeto al grupo.
  • Juicio y criterio propio.
  • Coherencia.
  • Autenticidad.
  • Colaboración.
  • Sentido de pertenencia al grupo.

El liderazgo debe ser persuasivo, una mezcla entre obligar y convencer, para ello el líder tiene que tener voluntad de saber, de querer y de querer saber. El liderazgo de la dirección en materia preventiva, debe servir para promover la responsabilidad preventiva de todos los empleados de la empresa y aplicar la máxima que “el mayor gasto no es lo que cuesta la prevención, sino lo que cuesta los sucesos derivados de no aplicar una política de seguridad”. Por lo tanto podemos afirmar que el liderazgo de la dirección en materia preventiva, es uno de los factores determinantes para la promoción y el mantenimiento de un lugar de trabajo seguro y saludable. El departamento de PRL debe estructurar sus funciones como un proceso dinámico, continuo y orientado a objetivos, cuyo fin último es promover y facilitar procesos de cambio en la empresa, en orden a mejorar las condiciones del trabajo y proteger la salud de los trabajadores, y para ello deberán:

  1. Evaluar los riesgos actualizando dicha evaluación periódicamente cuando cambien las condiciones del puesto de trabajo.
  2. Adoptar un conjunto de acciones preventivas para eliminar y/o controlar los riesgos que se hayan detectado.
  3. Controlar la eficacia de las medidas preventivas adoptadas.
  4. Integrar la acción preventiva en la gestión de la empresa.
  5. Informar a los trabajadores sobre los riesgos que comporta su trabajo.
  6. Formar a los trabajadores en materia preventiva.
  7. Establecer una vigilancia adecuada de la salud de los trabajadores.
  8. Desarrollar actuaciones ante situaciones de emergencia.

  Debemos aplicar sin ningún miedo las normas y directivas que tenemos a nuestra disposición, ello no nos va restar clientes, no vamos a dejar de ganar, sino todo lo contrario, vamos a obtener beneficios, ya que no tenemos que percibir la PRL como una obligación, sino como una oportunidad para: – Conseguir una reducción de costes debidos a los accidentes/incidentes. – Aumentar el prestigio entre sus clientes y proveedores. – Conseguir mejorar la reputación en materia de RSC. – Aumentar la productividad, ya que los empleados están más motivados. Podemos por lo tanto hacer referencia a dos normas UNE, que inciden en el aspecto técnico (PEMP), y en el aspecto humano (formación del operador): .- UNE 58921 IN: El objeto de esta norma es fijar las instrucciones para la instalación, manejo, mantenimiento, revisiones e inspecciones de las PEMP. El manual de uso del fabricante debe determinar de forma clara la periodicidad que requiere cada una de las funciones de mantenimiento, con el fin de asegurar el perfecto funcionamiento de la máquina y de sus componentes. Respecto a las revisiones, deben efectuarse una vez al año, y son las comprobaciones periódicas, estructurales, funcionales y operativas, de resistencia y conservación, para garantizar el máximo rendimiento de la máquina de conformidad con su concepción y fabricación, así como la seguridad y salud de las personas que pueden encontrarse en su campo de acción. Las PEMP utilizadas fuera de la empresa del propietario (alquiler) deben llevar una copia de la última hoja de revisión. Referente a las inspecciones de una PEMP, son las comprobaciones oficiales del cumplimiento de los requisitos esenciales de seguridad y salud y sobre utilización por los trabajadores de los equipos de trabajo. Las inspecciones deben realizarse por técnicos titulados, de organismos de control autorizados o pertenecientes a otras entidades reconocidas, siempre independientes y sin vinculación con las empresas propietarias de las máquinas, y deben realizarse cada tres años.

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  .- UNE 58923:2012: Esta norma tiene por objeto establecer los requisitos y el procedimiento para la formación del operador en la conducción, uso y manejo seguro de las plataformas elevadoras móviles de personal. Se tienen en cuenta los siguientes aspectos:

 Términos y definiciones.  Requisitos del operador, del formador, del instructor y de la entidad formadora.  Programa formativo, donde se describe el contenido mínimo de la formación teórica y práctica.  Tipos de certificados.  Proceso de la actividad formativa, donde se indica el número de alumnos,    la duración del curso, la evaluación del operador y la evaluación teórica y práctica.  Renovación del certificado del operador, del formador y del instructor.  Certificación de la entidad formadora.  Auditorías.

Por lo tanto, podemos concluir diciendo que si aplicamos estas dos normas, nos debe motivar a utilizar una PEMP de manera segura y eficaz. Estas normas deben servir para activar la conducta segura del operador, pero tenemos que ser persistentes e insistir en el comportamiento seguro (no debemos bajar la guardia, o rebajar los estándares de seguridad, por fines comerciales, económicos, etc.). También tenemos que tener en cuenta la intensidad de la conducta motivada, ya que a mayor intensidad, se producirá una mayor activación de la seguridad. Tenemos que dejar de usar una PEMP por instinto o por impulsos, que es lo que lleva a un operador a actuar de manera peligrosa. Para ello se aplicara una motivación intrínseca, que hará que el operador se implique en la actividad por su propio valor, encontrando y obteniendo la recompensa de su trabajo en la realización de la tarea. Se dejará a un lado estímulos externos como sanciones, etc., para conseguir una conducta segura, y conseguir adquirir aspectos como autocompetencia, autodeterminación, causación personal, y autoeficiencia. Los operadores de PEMP deben dejar de ser marionetas y se dueños de su conducta, sentirse competentes y actuar eficazmente en su entorno laboral.

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José Ramón Etxebarria Urrutia

Licenciado en Psicología.
Perito Judicial de Investigación de Accidentes Laborales.
Instructor Superior del IPAF.

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Este contenido ha sido publicado en la sección Artículos Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales en Prevention world.

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